De los Atlas a Jemma-al-fnaa casi tres años más maduro

A la mañana siguiente, la pareja de polacos nos esperaba a la hora y en el lugar acordado para volver juntos a Marrakech siendo minimamente estafados. Nosotros, en cambio, llegamos media hora tarde, respondiendo los cuatro a nuestros conceptos nacionales de puntualidad.

Pronto los intermediarios de taxistas empezaron a ofrecer carreras hasta donde quisieramos e I. se enfadaba con sus propios paisanos y su codicia crónica. Marruecos es un claro ejemplo de como el sér más ignorante es capaz de enriquecerse más que un médico o un ingeniero si está en contacto directo con los turistas.

Un 'autobús público' puede ser una buena solución, a pesar de que este sea un monovolumen Wolskwagen con los cristales rotos y reforzados con cinta adhesiva. Me extrañó que a pesar de que todos los asientos estaban ya ocupados el conductor no arrancaba. Entonces, se llenó el pasillo y algunos pasajeros se sentaron encime de otras. En los últimos asientos nos mirábamos sonriendo porque conseguiríamos llegar a Ansi (a 30km), por menos de un Euro a costa de que nuestras extremidades se durmiesen. "¿Cuánto pueden aguntar los brazos así?""- Unas cuatro hora", respondían la pareja de médicos polacos. Y una ve seguro de que no los perdería disfruté del paisaje desde el punto de vista de un marroquí pobre. Además, el autobús fue cogiendo todos los pasajeros que lo paraban por la carretera hasta el punto que algunos de ellos se sujetaban en la puerta trasera y del conductor, que estaban abiertas. En total casi 30 almas en un coche diseñado para 9, una forma aun más absurda de jugarse la vida tontamente que subir una montaña de 4000 metros sin inhalador.

Con el inebitable dolor producido por el despertar de las extremidades nos desplazamos un par de metros hasta un gran taxi que no quisimos compartir por nada en el mundo y por fin, después de tanto camino llegabamos a Marrakech sin antes pasar por una coperativa de aceite de argana, que curiosamente no fue iniciativa del taxista, que tenía ganas de llegar a Marrakech lo antes posible.

Mujeres trabajando en una Coperativa de Argana a las afueras de Marrakech con herrmaientas tradicionales
















Las coperativas de argana son uno de los negocios más extendidos de Marruecos en la zona comprendida entre Marrakech y Essaouira, y está producido por las semillas del argana, un arbol parecido al olivo pero con un fruto mucho más duro y que es recogido solo por mujeres una vez se han caído del árbol. Con eso se pueden producir una serie de cosméticos muy caros en occidente y también tiene aplicaciones culinarias.

Las coperativas están creciendo al calor del comercio justo para dar oportunidades laborales a las mujeres. Y una mujer fue la que nos atendió preguntandonos si queríamos ser atendidos en español, francés, alemás o inglés, una políglota en toda regla cuyo valor sería equivalente al de la argana en Europa.

Entramos y en el patio interior habían varias mujeres separando de la cáscara las semillas para luego molerlas en un mortero de piedra. Mientras tanto la políglota nos describió todo el proceso de elaboración para luego guiarnos hasta la tienda, donde nos mostró cada uno de los productor: jabones, maquillajes, aceites, cremas,... finalmente nos invitó a la terraza para que vieramos el paisaje y el taxista haciendose los mocos.

A I. le dije, me juego lo que quieras a que si bajamos sin hacer ruido las mujeres de la coperativa estarán de cháchara y no trabajando.... y gané!!!!!

Finalmente llegamos a Marrakech por la misma carretera que dos años y medio atrás éramos forzosamente invitados a un cumpleaños y a una presa de agua caliente donde nadávamos desnudos. Pero entonces el cielo estaba azul y ahora era gris.

Entonces, siguiendo los pasos intuitvos de un camino grabado con fuego en la memoria me dirigí, casi con los ojos cerrados a Jemma-al-fnaa. Dos años después la esquina donde me despedí de Fátima estaba cubierta por una lona que cubría el agujero del Café Argana. Todo lo demás seguía igual.

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