Merzouga. Siguiendo el mapa de las dunas

Merzouga es el último vestigio de civilización sedentaria y fin de la carretera, si se quiere acceder más adelante, hasta la frontera con Argelia, se debe tomar un Jeep, una moto o contratar unos camellos, pero al llegar al cauce seco (pero fértil) del río no se va a poder cruzar, bajo riesgo de ser detenido. Ambas fronteras están cerradas porque Argelia apoya la Independencia del Sahara Occidental, pero eso en el desierto parece absurdo, a no ser porque el ingenio humano es capaz de delimitar hasta lo ilimitable y ha instalado radares. El desierto, a diferencia de las montañas, ríos o otros accidentes geográficos es el más difícil de delimitar y puede ser motivo de discusión a quien pertenece tal y tal duna. En principio no sucede nada a no ser que su subsuelo guarde algun tesoro, como agua o azúfre.

Esto no siempre fue así, al principio, vivíeron poblados nómadas de origen bereber y tuareg, vivían del cultivo del dátil y del comercio. Luego llegó el colonialismo y se pagaron buenos salarios a las personas que se instalaron de forma sedentaria para explotar los recuersos naturales de la zona: el azufre. Una vez independizado el país, los pobladores originales habían perdido parte de su identidad y legitimidad sobre las tierras, pero por diferentes causas este lugar se volvió un lugar de peregrinación hippie.

No muy lejos de allí Jimmy Hendrix había encontrado la inspiración en Essaouira. En los sesenta el desierto se llenó de carabanas en busca de la libertad y las fiestas bajo las estrellas, en medio de la arena, ajenos a Vietname y Ronald, se convirtieron en un lugar donde se consumía diferentes tipos de drogas, y la que más impacto a la región, sin duda alguna, fue el Rock. No solo Jimmy, la última generación que realmente aportó algo a la música del siglo XX se daba cita allí. Incluso hubo alguien que decidió quedarse, convertirse al Islam, ser imán y el encargado de circuncidar a los niños que nacían. Ese chico, muerto ya, se llamaba Dani, y por el respeto que los Imanes ejercen aquí era más conocido como Sidi Dani (señor Dani).

Mis compañeros de viaje me llamaban "Sidi Dani Sidi Dani come here" y vi que el simpático encargado del camping venía para explicarme, con mucho interés diferentes aspectos de la región. En ese momento entendí que nuestra relación podría llegar a ser especial, sin lucro, y algunas horas después, con el solo del Sultan of Swing me dijo, "yo también conocí a un Sidi Dani, él me circuncidó", me explicó como había llegado el rock a la zona, igual que un profeta o un apóstol. Nadie pudo explicarme tan bien como él lo que significa el desierto, el rock y la libertat. También me explico, muy afligido, cuando en 2006 Alá los castigó con una riada que se llevó varias vidas y edificios por delante. Y como su negocio volvió a resurgir gracias a su esfuerzo y a los que le ayudaron desde fuera.

Ahora el camping África estaba desierto, y hacía un calor tremendo a pesar de ser los últimos días de noviembre. Youseff me hacía una señal con las manos como si me fuera a cortar la picha con unas tijeras. Fuimos a comer el taijine con mis amigos y en la mesa del lado encontré una pareja hablando en mi lengua materna, y quienes me hicieron sentir la nostalgia como aun no la había sentido. Me hablaron de lo que estaba pasando en mi país, y como el desempleo no paraba de subir.

Dante Allighieri plantó una pareja de catalanes en el infierno, igual que en la Marsella del Conde de Montecristo. Un pueblo, como el mío, que se puede encontrar en cualquier parte del mundo y en la literatura y es capaz de mimetizarse, sin nunca dar la nota y llevarse lo mejor de cada pueblo de vuelta a Barcelona, una ciudad que está siendo la cuna de un movimiento fruto de la globalización y de una generación de jovenes destinada a marcar el signo de la humanidad, igual que en el Renacimiento o la Ilustración.

Merzouga. Camping África

Artesania y arquitectura local sin comercialismos

La expedición

Merzouga. Nuestros coches repostando

Merzouga. Con Youseff, alma pura y patrimonio de la humanidad (Algún día)

Camino al Sahara

El día siguiente un coche vino a buscarnos a Salé, en ese pequeño C3 cuatro almas compartíamos el reducto con nuestras valijas y pronto se redujo aun más cuando una quinta se subió en Meknes.

Los viajes en Marruecos empiezan muy parecidos a Europa, asaltando la licorería. Aunque en Marruecos esto tiene algunos matices distintos. El Islam prohibe el alcohol (igual que culaquier otra cosa que dañe el cerebro) y a pesar de que el estado es confesional, y la práctica religiosa muy extendida, aquí se consume alcohol. Para adquirirlo fuimos a una gran supericie parecida a los InterMarche y en una pequeña tienda anexa compramos las botellas. Allí no hay mujeres y los hombres hacen el pedido rápido y sin hablar, igual que en la sección erótica de un videoclub.



Algo que recuerdo de la salida de Rabat fueron dos niños intentando abrir los camiones que se paraban en los semáforos y la poca luz de las carreteras principales.

Conducimos 7 horas a ritmo de Bob Dylan y una canción folklorica bereber hasta llegar a Errachidia. Incluso llamamos a la radio para decirles lo que estabamos haciendo. Al amanecer el paisaje había cambiado y ya no parecía estar en el Mabreg, sinó en pleno Sáhara en casa antiquísimas de barro que recordaban a Toukbuntú. Después llegamos a Merzouga, por una carretera llena de Jeeps y motos españolas y francesas. Por ese camino, viendo por primera vez las dunas del desierto más grande del mundo, sentí de nuevo encontrarme en una de las esquinas del mundo.

Llegamos al cámping África, y estaba vacío, dos motoristas vinieron rápido hacernos contraofertas, pero viendo que mis acompañantes eran marroquíes desistieron. No tenía ni idea de como había llegado allí ni como trascenderían los días. Pero ya sabía que esa experiencia iba a ser única y no había otra forma que ser valiente y seguir adelante. Al fin, había llegado al desierto.

Cenando kefta y frío en medio de la nada

El infinito brazo invisible del tío Sam

Los sardinos

En la puerta del desierto con mi amigo I

Una riad de verdad

El paisaje de un país se muestra más verdadero sobre las vías de un tren que sobre el asfalto. El tren se mueve por encima de un paisaje y cuando lo cruza el paisaje vuelve a ser el que era, en cambio, los intervalos entre coches pueden durar segundo y nunca deja descansar el paisaje, degradándolo.

En Bélgica, país pequeño pero con una red ejemplar, es la excepción que confirma la regla que los trenes, y en general, los medios de transporte son capaces de unir al país. Recuerdo que la mayoría de ciudadanos flamencos nunca habían visitado las ciudades valonas, y viceversa.

Aquí el colonialismo dotó a la región de dos líneas de tren, una desde el Mediterraneo, luego paralelo al Atlántico y por el interior hasta Marrakech. De Casablanca también sale la que va para Meknes y Fez. Una vez abandonado el cosmopolitanismo de Tánger se abrían unas grandes planicies, con pastores de rebaños, muchos de ellos muy niños, y otros muy viejos. Algunas estaciones están en medio de la nada y la gente baja y sube sin ningún andén. Los niños corren detrás de las ventas y saludan a los pasajeros, y se ríen mucho. Las estaciones que están en las afueras de la ciudad están llenas de basura y de hombres con pocas cosas que hacer. El paisaje no es para nada aburrido, y asombra la gran cantidad de kilómetros donde la playa aun está sin edificar. Luego se llega a Rabat y finalmente Salem, donde ya me estaban esperando.

Y voy a hablarles de quien me estaba esperando. Primero debo decir que en este viaje se han producido unos cuantos milagros, y uno de ellos fue conocer a I., un amigo de un amigo que me abrió las puertas de su casa, me presentó a sus amigos, su familia, su trabajo, su ciudad, y se cogió vacaciones para acompañarme hasta el desierto, y luego hasta Ouarzazate, subimos el Tubkal y nos despedimos en Marrakech, para volvernos a ver un par de días más tarde para despedirnos.

Un turista común se sentará estafado, engañado y sentirá desconfianza hacia la gente de este país, pero en verdad esta percepción se debe a todos los taxistas, guías, mendigos, vendedores, policías, hoteleros,... que se mueven alrededor de los turistas y que para nada representa la mayoría de esta población, que es hospitalaria y generosa.

En la casa de un marroquí se debe ir descalzo, para no pasar frío se anda encima de alfombras y para nada se debe de pisarlas con los zapatos de la calle. Normalmente son casas unifamiliares, estrechas pero de varias plantas, mucho más lujosas en el interior que en el exterior. Toda la familia come junta una cantidad de comida brutal, sobretodo en presencia de un invitado, quien puede comer hasta artarse y el eructo  como todos sabemos, está aceptado, pero no es para nada una muestra de agradecimiento por la comida recibida sino que se debe hacer solo si tienes gases. A media tarde se meriendan muchos dulces y se bebe el te, los dulces están hechos de almendra, pistacho y miel, también se comen aceitunas. La cena está compuesta por la harira, una sopa muy densa, luego va el taijine o cuscus, y la gente joven come bastante kefta, que es como un kebab, pero se compra la carne en una carniceria y enfrente hay un señor que te la cocina. Tengo que dedicar algún artículo a hablar de la gastronomía marroquí. El te a la menta es más propio del verano, cuando se puede recogerla, y si estás harto de te puedes pedir luisa, que en árabe también se llama así.

Algo que se puede hacer en una barriada de las afueras de una capital es ir a que te afeiten, y solo te costará 70 centimos de euro. Puedes jugar en un Arcade de los de antes, con PackMan, billares, dardos y música reagge. También puedes coger un gran taxi, que son esos Mercedes grandotes de los 80, donde la gente sube y baja en cualquier momento y se situan cuatro detrás y dos delante (más el conductor), para cogerlo solo tienes que situarte cerca del carril derecho y cuando pase un taxi tienes que señalar para arriba si quieres viajar hasta Rabat o hacia abajo si quieres quedarte en Salem. El taxista parará si le da la gana.

Camino a Rabat pasamos por la zona costera de Salem, donde mucha gente parece que sobrevive en la playa. Aunque el país parece que está saliendo adelante, con una juventud que pertenece a la primera generación que no quiere emigrar, aun queda una bolsa de población menguante dedica a la sobrevivencia cotidiana, a diferencia de la española, que crece.

La llegada a Rabat es digna de una capital, grandes avenidas llenas de palacios, teterías, y banderas del país. Me emocioné recordando la primera vez que llegué a esa ciudad 2 años atrás coincidiendo con el décimo aniversario de su rey toda engalanda con banderas rojas.

Entonces vi vestigios de la primavera árabe cuando unos trescientos jóvenes pedían a gritos un cambio en el sistema. Uno de ellos me dijo: "amigo, en ese café estuvo el Che". Algunas semillas son capaces de germinar aunque el árbol lleve muerto medio siglo.

Entonces conocí a los amigos de I., gente muy erudita y con un conocimiento del exterior espectacular. En la tetería ponían los Gipsy Kings, supongo que para ganarse alguna admiración. Enfrente, había un edificio blanco; era la catedral de Rabat, si amigos, una catedral en el centro de una capital árabe, y no habían pintadas, ni protestas, ni partidos apollardados pidiendo que la cerraran, !que lección señor Anglada!".

Volvimos a casa a pie y vi los nuevos tramvías, la nueva autopista, el nuevo puente. Fue un descanso depués de tanta crisis, y entonces fue cuando I. mirando un edificio nuevo en el puerto me miró y sonriendo dijo: "yo diseñé parte de eso". Caminamos por la Medina de Sale buscando palabras españolas de origen árabe.

La crisis no es un fenómeno global, se produce en esos países históricamente desarrollados que decidieron irse a producir en lugares donde las condiciones laborales no eran éticas. Entonces los antiguos trabajadores perdieron sus trabajos y dejaron de consumir mientras los nuevos pudieron ir ganando en calidad de vida y generando riqueza. Quizás, al fin y al cabo, la crisis sea más bien una restructuración de las riquezas y una forma de que todos volvamos a empezar de cero con las mismas oportunidades.




Welcome to Africa

Cruzando el estrecho dejaba atrás un viaje para quinceañeros, el país donde nací, con una lengua que conocía y una cultura que a pesar de sorprenderme, conocía de sobras. Pero también tenía un pasaporte y una red de comisarías y hospitales donde podía acudir y que confortaba saberlo. También cruzaba un mar sabiendo que en el otro lado se perdería la cobertura de mi teléfono móvil con conexión 3G y su infinidad de soluciones para necesidades que antes no tenía.

Por si ustedes no lo sabían, desde África se ve Europa. No es solo desde el punto geográfico, sino espiritual con una doble cara entre admiración, inferioridad y ganas de revancha. Y como no era de esperar, solo pisar Marruecos me convertí en un Dollar ambulante.

Llegué a Tanger Med, una de las mejores pruebas de que el mundo no está en crisis. Tanger Med es un nuevo complejo portuario para el transporte de mercancías y pasajeros con el que este país puede exportar al primer mundo las mercancías producidas con salarios esclavistas, para poder llegar a ser un día un país más del club, y entonces, el show se habrá acabado y le tocará a Mauritania. Aun se puede llegar al corazón de Tánger, saliendo desde Tarifa, pero también existe una línea gratuita de autobús que une Tanger Med con la ciudad, donde me encontré a unos camioneros de Sevilla, pero antes de hablar de los camioneros voy a hablar de la recepción que el gobierno de Marruecos tenía para mi.

Con los vientos del estrecho me quedé dormido en la cubierta del buque, viendo como un continente se hacía cada vez más grande. Despertaba y hacía la cola para salir de una infraestructura sobre dimensionada diseñada para las aglomeraciones veraniegas. Pero el policía miraba mi pasaporte, una vez, otra y la última, era el último pasajero y no tenía ninguna estampa del policía aduanero, no podía dejarme entrar al país, y habían dos soluciones, la rápida, y la corta, ¿saben de que les hablo?, su sonrisa mellada me hacía entender que estaba perdido. Le decía al encargado del buque, llévatelo, y volvía al barco, vapuleado por el encargado, "Lo hemos dicho bien fuerte y muchas veces por megafonía".

Y ahora los camioneros de Sevilla, quienes tenían el camión bien aparcadito y se iban de fiesta a "La playa" el barrio costero y de perversión de la ciudad, porque si, Tánger es una ciudad de locura. "Mira chico, allí, al lado del puerto, puedes conseguir hoteles por 5 euros", "y nosotros vamos a cenar, y éste de putas". Nos reímos los 40km que quedaban.

El autobús me dejó en una rotonda llena de banderazas de Marruecos. Y allí me esperaba mi primer guía, un hombre quien me acompaño a mí y a dos occidentales hasta el hotel, se le veía un hombre bien culto, con un paraguas, sombrero de aventurero y un perfecto dominio del español y el inglés. Y mi compañera occidental decía, "no hables con él, solo quiere tu dinero, tomemos un taxi", y yo "que si el dice que el hotel está aquí al lado hay que confiar en él, AQUÍ LA GENTE ES ASÍ DE SOLIDARIA", a la vez me disculpaba por su actitud enfrente del hombre, "viene de Estados Unidos, allí nadie se ayuda". Llegamos al hotel, descargámos y en la puerta me esperaba él como quien espera la visita del médico: "¿puedo invitarle a cenar?", "Mire, yo ya he cenado, pero puedes comer bien aquí", me llevó a un mirador donde los niños jugaban a futbol, juraría que ya había visto esa misma escena en un reportaje sobre Palestina. Hacía arriba se veían los pisos superiores del Hafa Café y hacía abajo el antiguo puerto y los restaurantes y discotecas de "La Playa".

Entonces fue cuando me hizo la pirula y me pidió dinero, así que esa imagen idónea del marroquí generoso que tanto recordaba se me fue al carajo, "solo 150 dírhams, para el taxi y ya está". Cuando le pagué 50 me dijo: "voy un momento allí, tengo que mirar un barco", que cosa más curiosa, que coño hacía yendo a mirar un barco. Lo vi hablando con un chico en la sombra, de esos que no tienen buena pinta y yo desaparecí.

Había escuchado mil historias de Tánger, y aunque Marruecos habitara en mi corazón desde el verano de 2009 sentí un sentimiento que aun no había tenido en todo el viaje: MIEDO. No me acordaba como llegar hasta el hotel y cualquier persona parecía sospechosa, y no me atrevía a andar en las callejuelas de la Medina que estuvieran despobladas. Y por si era poco todo olía a Hachís y Kéfir.

Al llegar al hotel hablé con el propietario galés. "No te sientas mal, en Marruecos no hay Seguridad Social, ese hombre no tenía mala pinta, seguro que ese dinero se lo gastará bien". También me acuerdo muy bien de otra frase suya "la segunda vez que vine a Marruecos me compré una casa".

Al día siguiente, a la luz del día todo era muy diferente, mucho más seguro y occidental. Un taxi me llevó hasta la estación y el tren hasta Salem, donde ya me estaban esperando.

Sevilla tiene un color especial

Podría seguir hablando de Sevilla artículo tras artículo, y bien se lo merece tan solemne ciudad. Y más hoy, por la festividad de viernes Santo.

Y podría seguir hablando para los forofos culturales de Pancho Tours. (¿Pero porqué hablar aquí de Pancho Tours y no en un lugar de recomendaciones público? Pues porque ya lo hice, y no creo que les hiciera la suficiente gracia como para dejarlo visible).

Pues bien, antes de irme de Sevilla para Algeciras y de allí acudir a la llamada de África tuve tiempo de visitar la judería y los alcázares, el primero es gratuito, y aunque sus dimensiones no son muy grandes es fácil de perderse y aun así, os prometo que debéis andarlo calle por calle. De los alcázares tengo que decir que su estado de conservación es impecable, y hasta la fecha era la primera gran obra de arte mozárabe que veía en mi viaje, me quedé atontado, y perdí el sentido del tiempo y la orientación.

Pero dejando el turismo rutinario paso a hablar de pequeños detalles para la reflexión.

El día antes de partir fui a Camas, ¿os suena esta población?, no es ni mucho menos una pregunta de Trivial. Camas es la población donde hace años se produjo un asesinato, el de Marta del Castillo, su cuerpo aun no se ha encontrado y sus principales acusados siguen si confesar ni aclarar quien fue el asesino y donde se encuentra el cuerpo. Pero el motivo de mi desplazamiento era el de alejarme del centro urbano para adquirir el material para subir a 4100m a precios más reducidos.

Pero que curiosa es la vida que la parada de autobuses está al lado del juzgado, y que curioso que ese día se juzgaba a algún personaje del caso, toda una nueva coincidencia para que el vagabundo pudiera reflexionar sobre los límites del morbo. No se pueden imaginar, dos horas antes de la audiencia el festival de medios de comunicación que se estaban dando cita, cámaras regordetes haciendo pruebas de imagen y reporteras esqueléticas y algo prepotentes maquillándose como si fueran el centro de la noticia. Me puse a hablar con un cámara: "¿no os cansáis de todo esto?", "si, yo si, pero se ve que la gente no, y tengo tres hijas que alimentar". Al lado pasaron tres gitanas, "venga prima, vamos rápido que sino no vamos a ver nada".... y ahora viene el final de la historia, cuando ya me encontraba en Algeciras y haciendo tiempo para embarcar, vi la noticia, una vez ya editada por la tele: altas dosis de violencia y nerviosismo, un gran trabajo de los productores.

Conclusión, me sentía como un novio se encuentra a su novia fornicando con un desconocido en horarios de trabajo al escuchar "no es lo que parece". Después de eso nunca más podría volver a creer en los medios de comunicación. Es mucho más fácil inventar una noticia allí donde no las hay que explicar con objetividad algo que si lo es.

Musiqueando

La Giralda i el Giraldillo

Pancho Sevilla

Si, si, no tuve suficiente con la vuelta nocturna de PanchoTours, así que decidí aprovecharme de todos los servicios que ellos pudieran ofrecerme. Y ahora, primero de todo, quiero hablar de que es un Free Tour,... vamos allá.

Un Free Tour es un concepto nuevo en el turismo urbano, está orientado al viajero alternativo, más bien joven y que no ha contratado un pack de excursiones. Cada uno paga lo que le da la gana, atendiendo a su satisfacción y a valores culturales. Pero aunque se llame Free, si no pagas, te miran con cara de pedo. Además hacen mucha propaganda de restaurantes y bares así como de otras actividades que son de pago. Así que este Free Tour es muy diferente al Free Tour que yo organizo en Barcelona, que es Free de verdad, y al fin y al cabo el único beneficiario soy yo, quien durante dos o tres horas tengo alguien quien escucha todas mis estupideces, que es más o menos en lo que consiste un Free Tour del Pancho.

El Free Tour de la mañana me lo hizo un italiano que más o menos sabía y comunicaba muy bien, el de la tarde, era el jefe y solo hacía que sonreír a las guapas del grupo y decir que Italia molaba mucho mucho y que todo lo habían hecho los romanes, y tralarí tralará.... pero vamos a explicar lo que aprendí.

Sevilla.... una de las ciudades más antiguas de Europa fue fundada a orillas del Guadalquivir sobre unas grandes planicies. Este llano puede ser el origen etimológico de la ciudad, Hispalis, cuya evolución puede haber terminado dando nombre al país que vivo... España.

A la sombra de la Giralda nos contaron varías cosillas.... la Giralda fue el minarete musulmán más alto durante mucho tiempo, está hermanado con el de Rabat, se sostenga sobre la base de un edificio romano, y así se puede ver, puesto que los primeros metros exhiben otros materiales y otro tipo de construcción. Quizás esa fue la causa por la cual sobrevivió al debastador terremoto de Lisboa. Tras la cristianización de la ciudad la mezquita entera se convirtió en una catedral, la que es de hecho, la catedral más grande del mundo... y por extensión del universo. La Giralda está coronada por el Giraldillo (que si si, da el nombre a la Giralda), una estructura maciza que es capaz de morverse con el viento; función actual del Giraldillo... dar trabajo a los médicos que se encargan de la tortícolis, función antigua del Giraldillo... indicar cuando el viento era proclive para zarpar para América.

Y aquí viene porque Sevilla fue una ciudad tan proclive. España (o mejor dicho Castilla), como descubridor de América y legítimo explotador después del Tratado de Tordesillas tenía el monopolio sobre las importaciones del nuevo continente. Todo los productos debían pasar por Sevilla, primero, se pagaban los impuestos en la Torre del Oro y luego se registraban las mercancías en el Registro de las Índias, uno de los edificios que más erizan la piel de toda Sevilla. A raíz de este comercio se concentraron en Sevilla una multitud de mayoristas, minoristas, artesanos, marineros, prostitutas, cambistas, médicos, artistas y casanovas, en concreto Don Juan Tenorio.

De eso quedan reductos históricos, como la Fábrica de Tabacos, cuyas pillerías de una trabajadora llevaron a escribir la obra Carmen. También se visita el antiguo colegio de San Telmo, donde los huérfanos aprendían lo necesario para ser buenos navegantes. Actualmente es la residencia oficial del presidente de Andalucía.

Cerca de allí está la Plaza de España y lo que fue uno de los experimentos más curiosos para urbanizar una ciudad. A principios del siglo XX España y Portugal realizaron una exposición Iberoamericana para disculparse por los excesos durante la colonización. Ahora quedan varios palacios como el de Perú y el de Colombia. Y la Plaza España, edificio regionalista o neomudéjar único. Más allá del espíritu conciliador de los organizadores, el fracaso fue rotundo (según el guía italiano) al bautizar las dos avenidas de la exposición con Pizarro y Hernán Cortés.

Revisando este artículo he visto que me he motivado lo suficiente, así que acabaré de dar la información restante en otro más adelante. A andar!!!