Técnicas de SEO: como recortar una URL y hacer el seguimiento

Los servidores de nombre de dominio (DNS) son los encargados de convertir una dirección IP (p.e. 123.24.16.122) en una cadena de carácteres fáciles de recordar (p.e. www.cocacola.es). Como todos quisieramos tener nombres supermolones como www.ferrari.com en nuestra página web, se comercializa el nombre con el que la gente conoce tu dirección IP.

A partid de 8 euros se pueden empezar a comprar nombres. Existen condiciones, por ejemplo, que nadie lo haya comprado ya. Ahora imaginense, usted se llama Rubiswaldo y decide hacer una web con su nombre, claro, ahora no existe pero imaginate que unos cómicos del youtube hacen broma y se comercializa un producto con ese nombre. Entonces, cuando la gente ponga Rubiswaldo en Google aparecerá tu nombre arriba de todo, lo que implica, que será visitada por muchas más personas de la que esperabas y todo lo que pongas allí será visto por 2342351 ojos (si, siempre hay algún tuerto). Entonces, Rubiswaldo podría meter propaganda en su web y cobrarla, meter información que tendrá más impacto o revender su dominio!!!!! Claro que, esto no pasa muy a menudo.

También existen dominios que ofrecen nombres gratuitos, pero por contrapartida tu web debera añadir el contenido que el DNS quiera en el nombre. Blogger y wordpress ofrecen nombres terminados con su marca. Por ejemplo, esta web es: www.avagabundear.blogspot.com
Es importante reducir el tamaño de la URL
Para hacer tu nombre web (URL) más corto existen varias formas. Una es la subministrado en el portal Bitly: www.bitly.com. Donde se debe introducir el nombre de la web original y ellos se encarcan de recortarla. Por ejemplo,

www.avagabundear.blogspot.com

ha sido recortada en

https://bitly.com/zLYZyM


Que lo hace poco recordable pero más fácil de copiar en terceras páginas, por ejemplo, Facebook, Twitter, Google+,...

Pero esto no acaba aquí: si se escribe la misma URL reducida y se le añade un + al final se redirige a una web, proporacionada por Bitly donde se ofrecen estadísticas útiles para la monitorización.

Las estadísticas son sobre la hora de conexión, lugar, enlace,... e incluso rastrea redes sociales donde se menciona tu web.

Empiezo aquí una nueva línea de artículos, aquellos que hacen referencia al aspecto TIC del proyecto. Lo hago para ayudar a la sociedad a ser más competitiva y no quiero nada a cambio más que se mencione que obtuvieron la información de aquí.

Vigo: mucho más que la Citroen

Mi día en Vigo empezó muy temprano, hacía las 5. Quería quedarme en las sábanas, y llovía mucho fuera. ¿Pero cuando volvería a caer por Vigo con mi mochila y la libertad de gestionar mi tiempo como me diese la gana?

No hacía mucho frío y me dirigía a la lonja para ver algo que aun no sale en las guías de viaje (gracias de nuevo a mi 'host'). Allí vi peces que no había visto en mi vida, como tiburones muertos que aun asustaban y peces espadas, y sobretodo entendí el porque de la mala leche que tienen las pescaderas.

Supón que son las 6 de la mañana y llevas dos horas inspeccionando mercancía. Pongamos que hay tres cajas de bacalao, y el pescador va subastando en orden descendente el precio de la caja. Cuando algún comprador le interesa, se para la subasta y escoge la caja que quiere al precio acordado. Eso se hace muy rápido, entre sudamericanos llevando cajas de jureles, salmones, y otras vainas y sin el olor de pescado que debería haber allí. Luego paseé por el muelle bajo los primeros rayos de Sol y gaviotas comiendo restos.

De Vigo hay que ver el centro, pequeño y muy sinuoso, pero muy tradicional, más en cultura que en arquitectura. Por ejemplo, se pueden ver mujeres abriendo ostras o haciendo cestas de mimbre.

Hay unas salinas romanas, que sinceramente, no vale la pena visitar. Si que recomiendo un museo que antiguamente fue prisión y la visita al parque que hay detrás del ayuntamiento. Allí se puede visitar el castillo y contemplar las Islas Cies, igual que la recreación y ruinas de un poblado preromano.

Pero aquí va la verdadera recomendación. Puesto que por estar fuera de fechas era imposible correr con la lengua salida por las arenas de este paraiso, era mi deber buscar un plan B. Como no hay puente para cruzar hasta la otra orilla (Península del Morrazo) existen Ferrys de línea. Una vez allí, tomé como referencia la orilla para llegar tan lejos como pudiese, llegar hasta el final me costó tanto esfuerzo y fue tan bello que, amigos mío, no puedo ni quiero describir.

La noche fue excelente, nos juntamos unos cuantos a charlar y comer, para acabar en un bar donde para subir a la segunda planta se debían subir por unas escaleras que se estrechaban hasta el punto de tener que pasar de lado: un filtro para gordas, jejeje.

Habían muchisimos lugares para bailar y a precios populares, no como la masificada Barcelona.

De vuelta a casa con buena compañía, el despertador sonaba, había pasado 24 horas despierto en Vigo, y valía realmente la pena.

Vigo: la otra cara de couchsurfing

Couchsurfing es la red mundial usada para hospedar o ser hospedado gratuitamente en sofás de todo el mundo gratuitamente. En esencia es eso, pero en realidad es mucho más. Imagínense que clase de personas ofrecemos nuestro sofá a perfectos desconocidos, fiándonos de una carta, una descripción y un par de recomendaciones de otras experiencias.

E. llegó de Brasil después de renunciar a un buen trabajo como informático, para vivir caminando, M. de Francia cumplía un sueño de infancia al tirarse 6 meses de paseo,... y así una lista de 21 personas que van de la China a Tazmania y de Irán a Hawai o Kamatchatka. Chicos y chicas que no tenían miedo de meterse en la casa de un desconocido para recibir todo aquello que los hoteles y las agencias no podían dar.

En Vigo R. me abrió las puertas de su apartamento, con perfectas vistas a la ría, tan bella de noche como de día. Se tomó un tiempo en conocerme y prestarme todo lo que pudiese necesitar. Y sobretodo me regaló su confianza. Le debo el tiempo que perdió explicándome que podía hacer para exprimir la ciudad. Y gracias a él la primera fiesta que tuve después de 40 días fue genial. Conocí a la comunidad local, pequeñita pero muy activa, acuartelada en un pequeño bar, y sobretodo experimente la perdida de miedo que van teniendo todos los couch, justo igual que los que pasaban por mi casa.

Couchsurfing me ayudó a superar unos meses amargos. Las emociones que llegué a sentir con la gente que cruzaba el portal de mi casa con una mochila para otro lugar y el vacío que había al volver a casa fue una retribución usurera para unas noches en mi sofá.

Couchsurfing es un logro más de Internet, ambos lados de un proyecto que crece para recuperar la libertad de la humanidad.


La coruña (II): la ciudad del viento

La Coruña rememoraba sus muertos el 1 noviembre. Quienes fueron hijos llevaban rosas a los padres acompañados de los mismos hijos que se acordarán de ellos al menos una vez al año. Cíclicamente olvidamos y recordamos que no somos más que polvo que late, se hincha y se vacía a ritmos variables, mayoritariamente sueña y raramente vive.

Camino al Faro de Hércules con mi anfitriona cruzamos el cementerio rebosante. Al lado, otro de cerrado, el British Cementery, que cosa más curiosa, no? 

La ría se abría, preciosa, pero indomable. El Faro o Torre Hércules la había vigilado desde antaño intercalando periodos de esplendor y penuria, pero sin apagarse nunca. Vió a romanos y viquíngos y a los hijos partir para América y Filipinas. Los abuelos emigraron y murieron en Buenos Aires, Caracas o San Salvador, sin saber de sus padres y su familia y con total certeza que no volverían a ver las Rías Altas. Ahora sus nietos y bisnietos cruzaban el charco de nuevo, echando de menos unas empanadas con vino, unos moros y cristianos o unas arepas.

El Faro fue construido por los romanos para promover las rutas hacia el norte atlántico, sobretodo con la bretaña. Sucedieron algunos exfolios y reformas, y casi se perdió su escencia. En algún momento se decidió hacerlo patrimonio de la humanidad y es el orgullo de la ciudad. Desde arriba se ve la playa pedregosa de Riazor, donde de noche me senté a celebrar que mientras viajaba parejas de personas se encontraban para comerse a besos.

¿Y tu que miras?
Al otro lado de la playa hay el venido a menos estadio del Deportivo de la Coruña, quien se toman con humor su temporada en segunda división, comercializando un muñeco de un santo con bufanda bajo el lema "Fe en el Depor".

El centro histórico tiene varios edificios emblemáticos. La juventud se siente orgullosa del "Coruña entera, se va de borrachera". Las chicas se visten extremadamente bien y no me extraña puesto que vivir aquí es mucho más barato que en Barcelona. La ciudad está teniendo una segunda juventud al calor de la industria de Zara.

Otra cosa curiosa fue la ventisca que estaba anunciada para ese día: rachas de hasta 140km/h, ya ves!! los parques estaban cortados a modo preventivo por si alguna rama se desprendía, aunque nadie hacía caso. Las gaviotas tampoco tenían miedo y se daban un festín. Al volver recibí llamadas de preocupación de familiares que sabían que estaba allí. "Hemos visto por la tele que a Coruña se la lleva el viento", mentira, otra vez los medios exageraban, ¿para que?, ¿para hacernos sentir que debemos quedarnos en nuestros trabajos y producir?




El vagabundeo y sus increibles ecos en el tiempo

A que pensabais que todo estas experiencias acaban el día que vuelves a casa, no?? Pues lo cierto es que ni han acabado ni siquiera se asoma el más mínimo síntoma de agonía.

Una conclusión que saqué fue que todas las vidas están entrelazadas a niveles mucho más incomprensibles de lo esperado. Una razón es la globalización, la otra el azar.

El caso que aquí hos describo es el de la chica que sonríe en esta foto. Es la primera foto de su camino, es australiana y empieza con una mochila de 13 kilos desde Atapuerca hasta Santiago. Yo la conocí más tarde y la volví a encontrar una vez acabado el camino en Santiago, y en Sevilla, unos 20 días después.

Atrás, a medio Sol y sombra aparece el "vagabundo" que aquí les escribe. No hace mucho calor, pero el Sol y haber andado durante 4 horas le han obligado a guardar su único jersey. Ese chico soy yo y aparezco allí por pura casualidad. Y lo mejor de todo es que hasta la fecha es la única muestra de mi viaje que ha sido tomada con total inconsciencia: sin posar, ni sonreír, sin aparentar. Yo, y ya está.

Me ha sorprendido la pequeñez de mi mochila por dos razones. La primera porque me vuelve a sorprender que lo que allí dentro tenía me bastaba para vivir, la segunda, porque aunque parezca ligera, ese día, me parecía una carga enorme.

No me acuerdo en que estaba pensando, seguramente que tenía hambre y que el tobillo me iba a estallar. Seguramente estaba recordando los Montes de Oca y me animaba para subir la Sierra de Atapuerca. Seguramente estaba pensando llamar a casa para decirles que estoy bien. Pero no me acuerdo, todos son suposiciones distorsionadas. Pero esa foto tomada al azar es totalmente lo que fui.


Thanks A. I wish you a Buen Camino


A coruña (I)

Con unos jeans mojados tomé el tren para Coruña. Coreanos peregrinos volvían a casa vía Lisboa, Rabat, Paris, Roma,... y me invitaron a unirme a ellos, al menos hasta Oporto. Mi camino empezó a planearse sobre la marcha.

En el tren un hombre intentaba diagonalizar una aplicación lineal no endomórfica. Él me miraba cual quien esconde la alquimia al pueblo, o quien no quiero compartir las matemáticas con alguien porque lleva la misma ropa desde hace 3 días.

La ventana mostraba un cielo plomizo de finales de otoño atlántico, bosques donde no podían residir meigas se veían a ambos lados. La misma Galicia que penetré en el O Cebreiro se transformaba en otra totalmente diferente camino A Coruña, menos mágica pero más nostálgica, triste y pensativa.

Coruña tiene forma de "hongo". Una antigua isla alberga el casco histórico. Está unida a la Península por un istmo de un par de calles. Tierra adentro se distribuyen de forma radial todos los barrios en función de los estilos y las situaciones de las diferentes décadas del siglo XX.

Aquí fui acogido en la primera casa privada y la experiencia fue tan satisfactoria que use este método todas las veces que tuve la oportunidad. A ellos les agradezco todas las comodidades que me ofrecieron desinteresádamente, su conocimiento de la ciudad y una frase a la que un recurro: "hay que aprender a pedir ayuda".

Camino al tren con los pies mojados



Punto y Final

Las campanas de Santiago repicaban los cuartos y las horas, las misas, las llegadas y las despedidas. Terrenalmente, hombres y mujeres cazaban peregrinos, ofreciéndoles su habitación al más puro estilo mesonero magrebí: 15, 20, 25€, lo que pudiera sacarle al cansado y arruinado peregrino.

Para todos sería la primera noche solos en una habitación, silenciada, sin más olor a crema de mentol y sin "listillos" con aguja ofreciéndose para pincharte las ampollas. Para casi todos seria la última noche fuera de sus casas, sus familias y su trabajo.

Gracias al camino habían aprendido a valorar lo que daban por seguro; como haber pasado la mitad de sus vida gozando de la salud suficiente. Había quienes comprendieron que sus madres ya no volverían, pero que valió la pena cumplir sus últimas voluntades. Habían héroes de Fukushima que podrían olvidar lo vivido. Habían quienes aprendieron que sus hijos no tenían porque luchar en las barricadas por la democracia, pero si de otra forma y con otra estética. Habían quienes mejoraron idiomas, y sobretodo el arte de entenderse. Habían comprendido el delicado equilibrio entre hombre y naturaleza. O habían descubierto que no soportaban la soledad.

Y también hubo quien decidió quedarse en el Camino.

Todos ellos se irán agrandando y otros olvidando en mi memoria. Se distorsionarán o incluso me inventaré algunos de ellos (si no he empezado ya). Olvidaré lo que hice y acabaré recordando lo que quise haber hecho. Me atribuiré las genialidades y hazañas de los demás y finalmente mi Camino se habrá mezclado para siempre con las más de 100 personas que conocí.

Cuando la vida pierda de nuevo el sentido será el momento de volver a dormir en la estación de autobuses de Pamplona, Jean-Paul, Oviedo, Irún o Lisboa y volver a pasar frío y volver a repetir el mismo pensamiento una y otra vez: LO VOY A CONSEGUIR.

PUNTO Y FINAL.

Todos los caminos llegan al O Bradorio

Hubo un tiempo sin guías de viaje ni fibras sintéticas, peregrinos desde Londres, Moscú, Praga, Atenas, Lisboa, Roma, Barcelona,... andaban por tiempos superiores a meses, encadenando varias estaciones meteorológicas, lenguas, guerras, enfermedades y nostalgias.

Entonces era una aventura y para nada los 30 días que yo dediqué se podían comparar. Ahora habían otras tentaciones: medicamentos que acallaban el dolor, gente para vencer la soledad, transporte público y paradores.

Sin darme cuenta estaba en el Monte de Gouzo, y Santiago a mis pies, los mismos que habían andado 715km y que se habían hinchado en la Meseta. 

Había descubierto que lo que empezó como un reto deportivo me transformó para siempre. Y me sentía muy raro, debería andar otra vez para responder una nueva pregunta: "¿y ahora que?". Valdría la pena volver a perderse para volverse a encontrar?. Valdría la pena volver a sufrir para volverme a curar, si el método para hacerlo era recorrer por mi propio pie los caminos.

En el Monte empezó a caer una fina lluvia. Fue el momento de replegarnos, contar que estuviéramos "todos", reírnos del feo monumento del Monte y recorrer los últimos 5 km callados. Santiago era el último cartel municipal del Camino. Unas llamadas para recibir felicitaciones y unos interminables kilómetros donde de rodillas, un ejército de mendigos pedían mendrugos.

Los edificios de la ciudad dormitorio se transformaron en decimonónicos, los decimonónicos en neoclásicos y  los neoclásicos en palacios de Piedra. La espalda de la catedral nos daba la bienvenida. Un arco, donde un gaitero se cubría de la lluvia, girar a la izquierda , coger un poco de ángulo y allí estaba... el final (por ahora), la catedral no era ni pequeña ni grande, ni decepcionaba ni sorprendía, lo había conseguido, todos los que estábamos allí lo habíamos conseguido, formamos parte de la lista de peregrinos que año a año se agranda y a la vez de las fotografías de amigos y turistas que por allí pasaban.

Había visto tantas veces esta foto con otros protagonistas...!!!
Algunos lloraban, otros estábamos aturdidos, F. se arrodillaba apoyado en el callado. De todos lados recibíamos felicitaciones. FUE DURO, FUE MUY DURO Y ESTABA ALLÍ. Un periodista vino a pedirnos unas palabras, con su "alcarchofa" preguntaba como nos sentíamos. Y no sabía que contestarle, en gran parte me sentía vacío, pero no tenía ni idea. Me jodió que ese hombre me estropeara el momento, no tenía ningún derecho a hacer lo que hacía, se merecía un buen gacho directo al maxilar superior.

Los asistentes a la misa nos dividíamos entre peregrinos sudorosos, "pijoperegrinos" (de cuellito alto) y gente engalanada. El obispo daba un salmo sobre a que clase de personas debíamos invitar a nuestra casa. Entonces lloré como no había llorado desde pequeño. Salimos de la catedral saltando de alegría directos a recibir el papel que acredita que hicimos el Camino y a comer por última vez todos juntos. Curiosamente no sentía pena, curiosamente aun pienso en ellos.

Igual que en Pamplona agarré una nueva piedra que arrojaría en el barco que cruzaba en el estrecho. Luego vendría la de la cima del Tubkal y la del Sacromonte, pero eso aun no lo sabía. La aventura seguía y estaba seguro que todo saldría como lo planeaba y a veces, incluso mejor.

Los últimos pasos en O Pedrouzo

Por alguna extraña razón no existe ningún albergue, ni público ni privado entre O Pedrouzo y el monte de Gouzo. Lo que limitaba la libertad más importante de todas, la de levantarse cuando te da la gana si quieres llegar a la 1 a la misa de peregrinos.

Aun así quise ejercer el derecho de pegarme a las sabanas y mandar a callar a todo el que se despertaba antes que yo. A mi lado un hombre se había pasado la noche entera temblando y pensaba en rendirse a un día de Santiago.

Mientras tomaba el café alguien particular se sentó a mi lado. Llevaba ropa de cuero, botas de caña, las uñas pintadas de negra y una cruz gótica. Con voz de ultratumba dijo "ponme un carajillo para celebrar que hoy llegamos". Diós, ese hombre asustaba y hacía reír a la vez y lo más importante de todo, había aparecido de la nada. La camarera solo se reía y me decía, "tu no te vas a reír mucho cuando te lo encuentres solo en el bosque".

El BOSQUE, no había pensado en él. Solo y oscuro, largo y embarrado. Estimado lector, estarás leyendo esto con un blackberry tomando el café, o en casa, o donde te de la gana. Un lugar que tu consideras seguro. El bosque era mi amigo, sentía placer allí dentro, pero ahora estaba a oscuras y me arrepentí de haberle preguntado a cualquier gallego medio chiflado por la Santa Compaña, y de hacerme el valiente: "pues yo no quiero verla".

Solo en un bosque, aun el lucero de la mañana por salir, una pequeña franja de cielo se veía por encima de los treinta metros, y por colmo, estaba nublado. Los ojos escudriñaban cualquier tronco ancho, por lo que allí pudiese esconder. Cantaba, agarré una piedra bien fuerte. Tuve una idea brillante: dar la vuelta para convencerme "mira lo que has andado, ahora anda lo que te falta"... y pasó algo que aun no se explicar siguiendo ningún razonamiento lógico, algo que me hizo respirar más rápido, algo que distorsiono todos mis sentidos, algo con lo que aun sueño muy amenudo, algo que solo he compartido con la gente que más confío.

Las leyendas no son espontáneas, existen y son temidas por alguna razón.

Al fin, la última etapa