La coruña (II): la ciudad del viento

La Coruña rememoraba sus muertos el 1 noviembre. Quienes fueron hijos llevaban rosas a los padres acompañados de los mismos hijos que se acordarán de ellos al menos una vez al año. Cíclicamente olvidamos y recordamos que no somos más que polvo que late, se hincha y se vacía a ritmos variables, mayoritariamente sueña y raramente vive.

Camino al Faro de Hércules con mi anfitriona cruzamos el cementerio rebosante. Al lado, otro de cerrado, el British Cementery, que cosa más curiosa, no? 

La ría se abría, preciosa, pero indomable. El Faro o Torre Hércules la había vigilado desde antaño intercalando periodos de esplendor y penuria, pero sin apagarse nunca. Vió a romanos y viquíngos y a los hijos partir para América y Filipinas. Los abuelos emigraron y murieron en Buenos Aires, Caracas o San Salvador, sin saber de sus padres y su familia y con total certeza que no volverían a ver las Rías Altas. Ahora sus nietos y bisnietos cruzaban el charco de nuevo, echando de menos unas empanadas con vino, unos moros y cristianos o unas arepas.

El Faro fue construido por los romanos para promover las rutas hacia el norte atlántico, sobretodo con la bretaña. Sucedieron algunos exfolios y reformas, y casi se perdió su escencia. En algún momento se decidió hacerlo patrimonio de la humanidad y es el orgullo de la ciudad. Desde arriba se ve la playa pedregosa de Riazor, donde de noche me senté a celebrar que mientras viajaba parejas de personas se encontraban para comerse a besos.

¿Y tu que miras?
Al otro lado de la playa hay el venido a menos estadio del Deportivo de la Coruña, quien se toman con humor su temporada en segunda división, comercializando un muñeco de un santo con bufanda bajo el lema "Fe en el Depor".

El centro histórico tiene varios edificios emblemáticos. La juventud se siente orgullosa del "Coruña entera, se va de borrachera". Las chicas se visten extremadamente bien y no me extraña puesto que vivir aquí es mucho más barato que en Barcelona. La ciudad está teniendo una segunda juventud al calor de la industria de Zara.

Otra cosa curiosa fue la ventisca que estaba anunciada para ese día: rachas de hasta 140km/h, ya ves!! los parques estaban cortados a modo preventivo por si alguna rama se desprendía, aunque nadie hacía caso. Las gaviotas tampoco tenían miedo y se daban un festín. Al volver recibí llamadas de preocupación de familiares que sabían que estaba allí. "Hemos visto por la tele que a Coruña se la lleva el viento", mentira, otra vez los medios exageraban, ¿para que?, ¿para hacernos sentir que debemos quedarnos en nuestros trabajos y producir?




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