Cuando Barcelona era Barcino

Cuando los romanos pusieron el pie en lo que luego se llamó la plana de Barcelona debieron ver un llano muy diferente al que conocemos hoy en día en esa tierra que habían llamado la tierra de los conejos (iberia) y a sus habitantes íberos, sin percatarse de sus diferencias y como es habitual en una fuerza invasora, tratando en un su conjunto como algo homogenio, aún así, a los de esta zona les llamó Layetanos, por su afición a comer yogurt.

Si querían ir a visitar a los íberos, tenían que acercarse a Puig Castellar, en la actual Santa Coloma de Gramanet, los cuales preferían ubicar sus pueblos en lo alto de los cerros. A los pies de esa montaña, los romanos fundaron Baetulo, la actual Badalona, que tenía por aquél entonces la autoridad económica en la zona y que servía para comerciar y romanizar la sierra de Marina, desde Montcada hasta Mataró, donde hoy en día se pueden ver y visitar diferentes poblados. Algo debía haber en Collserola puesto que Tibidabo, la montaña más alta, es uno de los pocos nombres que nos quedan del origen íbero.

En aquellos tiempos hasta la geografía era diferente, el nivel del mar era más alto, justo donde existe la parada de metro de Llacuna, había una llacuna donde no era muy agradable de vivir por el riesgo de contraer malaria. El Clot no existía. Montjuic no era en si una isla, però si que tenía una entrada de agua en la zona que hoy sería el Rabal, la actual Barceloneta si que estaba aislada de la tierra continental y lo más sorprendente, el río Llobregat en lugar de acabar en delta acababa en estuario. És decir, el mar llegaba muy adentro, hacia alrededor de Sant Adreu de la Barca, pueblo que lleva el nombre por una barca romana que se encontró hace siglos a unos 30 km del nivel del mar.

A pesar de haber sufrido colonias, migraciones, invasiones e incluso 40 años de fascismo, aun podemos encontrar algún que otro vestigio anterior. A parte de elementos funerarios como dólmens, en las noches cercanas al solsticio de verano en los altos valles del Pirineo, aun se hace la bajada de antorchas (o Falles dels Pirineus), una tradición que por su antiguedad (más de 2000 años) está reconocida y protegida por la Unesco.

En esta tierra tan poco habitada y por la que transcurría una calzada romana que comunicaba l'Empordà con la capital de provincia, Tarraco (actual Tarragona) existía una tramo de terreno sin población y con una rica explanada para explotar. Por ello, sobre una pequeña montaña que existía justo en frente del mar, se fundó Barcino, siguiendo el patrón de ciudad romana. Por eso no es de extrañar que cuando salimos del metro Jaume I, tengamos que subir hasta Plaza Sant Jaume para luego volver a bajar hasta las Ramblas. Lo mismo pasa para cualquiera de las calles que rodean la calle Banys Nous, y que no es más que un camino de ronda exterior que rodeaba la antigua ciudad romana.

Para roma Barcino era insignificante, una de las muchas ciudades que se crearon para llenar un vacío y explotar econòmicamente el área de alrededores, a la vez que se puebla con el excedente de población de otras regiones. En este caso, además gestionaba un tramo de carretera. L'Empordà que es más bien conocida como Costa Brava, procede de Emporium, que significa lugar de intercambio, y es herencia de lo que fue en su inicio, un centro comercial. Alrededor de él se fundaban las explotaciones agrarias, conocidas como Villas, y por ello, no es de extrañar que varías de las poblaciones de la comarca tengan un nombre derivado de Villa. De allí seguía la vía que tenía que pasar por Badalona y de allí hasta Barcino, en lo que son sorpendemente hoy en día las calles de Gran de Sant Andreu, Gran de la Sagrera, el Clot y después Rec Condal, hasta cruzar la Vía Layetana. Más allá seguía por el carrer Hospital, una vez se llega a Sant Antoni, seguía por la calle Mistral hasta llegar a Plaza Espanya, donde en época medieval había una cruz con una cubierta que marcaba el límite de Barcelona. La actual carretera de Sants que llega prácticamente hasta el Llobregat también sigue el trazado romano.

Barcino tenía sed y traía el agua principalmente del Besós. Aunque muchos piensen que el acueducto romano sigue en pié tal como se puede ver en la Plaza de la Catedral, hay que decír que el tramo que se ve es completamente falso. Pero si se andan 100 metros hasta la Plaça del 8 de Març, uno de los edificios usó la estructura del acueducto para formar una pared. En el Centre Excursionista de Catalunya también se puede ver parte de las columnas del Templo que tenía la ciudad y desde la Plaça del Rei se accede al Museo de Història de la Ciutat, donde se puede ver los fundamentos romanos.

Aunque Barcino era apenas un pequeño municipio aislado, también tuvo una heroína, Santa Eulàlia, que fue patrona de la Ciudad por más de 1000 años, había nacido en Sarría y procesaba su fe católica a pesar de que el gobernador romano estaba locamente enamorado de ella. La quiso convertir y para convencerla le aplico 13 severos castigos, hasta que el último acabo provocando su muerte. Hoy en día, cada una de 13 ocas del claustro de la Catedral rememora cada uno de sus martirios. Y el ayuntamiento intenta está reivindicandola promoviendo unas segundas fiestas en Febrero, las Festes de la Laia.

Antes de cerrar este articulo quería llegar a una conclusión. ¿No os parece que Barcelona fue fundada por un grupo de expatriados?