De Santo Domingo de la Calzada a Villafranca Montes de Oca


Desde Santo Domingo a Burgos hay 72 km, pudiéndose hacer en tres etapas cortas o en dos de largas. Seguido por la motivación de un progresivo aumento en las distancias que recorría día a día y una creciente inquietud por saber el límite de mi cuerpo decidí hacerlo en dos etapas. Eso implicaba dejar atrás a los compañeros que me arropaban y con los que empezaba a nacer un vínculo emocional.

Y no fue muy complicado hasta que dos días después a la entrada de Burgos y a 6 kilómetros para el albergue me agarraba de a la reja de las oficinas de una multinacional con césped sintético o la pared de un prostíbulo abandonado porque mis talones no sabían distinguir si andaban sobre suela o sobre el suelo desnudo y las venas parecían a punto de reventar.

Ancha es Castilla
Después de los primeros kilómetros se bordea una autopista, la misma cuya construcción había provocado años atrás el descubrimiento del Yacimiento de Atapuerca, hoy patrimonio de la humanidad. La verja que separa los peregrinos de la autopista ha dado pie a un acto espontáneo de unión: durante kilómetros y años los peregrinos han ido introduciendo palos entre las rejas de la verja hasta construir un tupido muro. Tal iniciativa no la volví a ver hasta el aeropuerto de Santiago.

Aquí se cambia de comunidad autónoma y según mi opinión se invierte la belleza. A partid de ahora va a ser la naturaleza la principal fuente de inspiración. A la entrada de Castilla y León, tierra de Antonio Machado, se anda a lo largo de un valle cuya combinación de tonos marrones y verdes asombra hasta a las nubes. Campos de repollos, maíz, patatas o remolachas se iban intercalando por caminos bordeados de almendros, nogales y manzanos. Se acabaron los viñedos y sus dulces aportaciones.


Mapa de mi "casa" para los próximos días

Muchos turigrinos prefieren saltarse este tramo y toman un autobús hasta León, donde el camino vuelve a ser interesante. Durante los próximos 350 kilómetros el Camino va a ser monótono y recto y el alcance de la vista largo. La reducción de transeúntes permite nuevas sensaciones espirituales. El continuo ruido del viento permiten la perfecta conexión con uno mismo. Como un guatemalteco me describió varios meses atrás en Barcelona: "En la Meseta el alma se desprende del cuerpo".

Paisaje castellano
De repente los comercios dejan de ser abusivos y la comida es orgánica como antaño, enseñándome nuevos sabores cada vez más cotizados en la ciudad.

Aquí el campo se muere, pierde la juventud y el vigor de antaño. Cada vez son más las caras arrugadas. Cada vez es más fácil encontrarse mujeres de 50 años presumiendo irónicamente de ser la más joven del pueblo. Cada vez es más fácil oír que la vida es dura. Cada vez es más fácil ver escuelas cerradas reconvertidas en restaurantes (algunos también cerrados). Cada vez es más fácil ver casas sin ventanas. Cada vez es más fácil ver casas sin techo. Cada vez es más fácil ver arboles creciendo entre las salas de estar de estas construcciones efímeras de piedra. El campo muere y estamos asistiendo a su entierro.

El campo muere
Anuncios municipales en Grañón: a la izquierda: "se comunica a todo
aquel vecino que quiera leña pedida..." a la derecha "En breve WiFi en Grañón"
 una esperanza de futuro para el medio rural

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