A principios del siglo XX no existían los medios de comunicación ni de transportes actuales. Esto encajonaba a la mayoría de las personas a nacer, crecer y morir a pocos kilómetros de distancia o basar su viaje en una inmigración dolorosa sin retorno.
A principio del siglo XX la mayoría de personas creían que todo ya estaba descubierto y a la vez desconocía gran parte del mundo o lo cargaban de leyendas o prejuicios. La percepción de que todo está descubierto sigue siendo la misma pero las causas que motivaban a alguien a viajar o a permanecer en su rutina ha variado notablemente.
A principios del siglo XX Jack London, socialista y vagabundo de las estrellas se embarcó con su mujer y un amigo en un barco diseñado por ellos mismos a pesar de no tener el más mínimo estudios de navegación. Querían conocer los mares del sur, la porción de agua más grande del planeta y dar la vuelta al mundo.
Aquí va un consejo de London:
" Una vida vivida es una vida con éxito, y el éxito es lo que nos permite respirar. Superar un dificultad importante significa adaptarse a un entorno muy exigente. Cuanto más nos cueste alcanzar la meta, mayor será la satisfacción que sentiremos al lograrlo."
Y sobre los miedos o la debilidad: "Aquí estoy, un pequeño animal llamado hombre, una pequeña cantidad de materia viva, sesenta y siete kilos de carne y sangre, nervios, tendones, huesos y cerebro: todo ello muy blando y delicado, fácil de estropear, falible, frágil. Si le doy un ligero bofetón a un caballo más tozudo de la cuenta, me rompo los huesos de la mano. Si sumerjo la cabeza en el agua durante más de cinco minutos, me ahogo. Si me caigo desde seis metros de altura, me descalabro. Soy un ser muy sensible a la temperatura. Unos pocos grados para abajo y mis dedos y orejas no tardarán en ponerse oscuros y acabarán cayéndose. Algunos grados para arriba, y mi piel se cubrirá de ampollas y llagas que me dejarán en carne viva. Unos grados más en cualquiera de los dos sentidos y la luz y la vida se alejarán de mi cuerpo. Si una serpiente venenosa inyecta en mi cuerpo una gota de veneno , dejaré de moverme. Una brizna de plomo que salga de un rifle para penetrar en mi cabeza, y me veré envuelto en una oscuridad eterna."
Esto solo es un pequeño párrafo de su prólogo, pero aquí viene su gran conclusión: " Yo tendré que buscar mi camino entre la confusión y el caos producidos por los conflictos de estos potentes y sedientos titanes. Esa pequeña porción de materia viva que soy yo tendrá que triunfar sobre ellos. Esta pequeña porción de materia viva se considerará divina si logra domarlos y ponerlos a su servicio. Es bueno vencer una tempestad y considerarse divino. Estoy seguro de que cuando una porción finita de materia viva gelatinosa y pulsante se siente divina, experimenta una sensación infinitamente más gloriosa que la de un Dios sintiéndose divino."
Compré este libro en mi día 64 de viaje, y ya había experimentado la sensación de ser una masa gelatinosa descendiendo por el O Cebreiro bajo el temporal o achicharrandome por la Meseta, muerto de frío en los Atlas, contando estrellas en el desierto o descomponiéndome en Lisboa. Yo hubiera sido incapaz de describir la fascinante sensación de llegar a un lugar y saber que lo has conseguido por tu propio pie. Solo hubiera añadido una cosa, cuando llegas a un lugar, crees rotundamente que te encuentras en el momento idóneo, el más esplendoroso y que por alguna razón, tanto media hora antes como después no hubieras encontrado ni la belleza, ni emoción, ni la singularidad, ni la soledad, ni la reflexión que yo buscaba, y es entonces, cuando además de divino, te sientes afortunado.
A principio del siglo XX la mayoría de personas creían que todo ya estaba descubierto y a la vez desconocía gran parte del mundo o lo cargaban de leyendas o prejuicios. La percepción de que todo está descubierto sigue siendo la misma pero las causas que motivaban a alguien a viajar o a permanecer en su rutina ha variado notablemente.
A principios del siglo XX Jack London, socialista y vagabundo de las estrellas se embarcó con su mujer y un amigo en un barco diseñado por ellos mismos a pesar de no tener el más mínimo estudios de navegación. Querían conocer los mares del sur, la porción de agua más grande del planeta y dar la vuelta al mundo.
Aquí va un consejo de London:
" Una vida vivida es una vida con éxito, y el éxito es lo que nos permite respirar. Superar un dificultad importante significa adaptarse a un entorno muy exigente. Cuanto más nos cueste alcanzar la meta, mayor será la satisfacción que sentiremos al lograrlo."
Y sobre los miedos o la debilidad: "Aquí estoy, un pequeño animal llamado hombre, una pequeña cantidad de materia viva, sesenta y siete kilos de carne y sangre, nervios, tendones, huesos y cerebro: todo ello muy blando y delicado, fácil de estropear, falible, frágil. Si le doy un ligero bofetón a un caballo más tozudo de la cuenta, me rompo los huesos de la mano. Si sumerjo la cabeza en el agua durante más de cinco minutos, me ahogo. Si me caigo desde seis metros de altura, me descalabro. Soy un ser muy sensible a la temperatura. Unos pocos grados para abajo y mis dedos y orejas no tardarán en ponerse oscuros y acabarán cayéndose. Algunos grados para arriba, y mi piel se cubrirá de ampollas y llagas que me dejarán en carne viva. Unos grados más en cualquiera de los dos sentidos y la luz y la vida se alejarán de mi cuerpo. Si una serpiente venenosa inyecta en mi cuerpo una gota de veneno , dejaré de moverme. Una brizna de plomo que salga de un rifle para penetrar en mi cabeza, y me veré envuelto en una oscuridad eterna."
Esto solo es un pequeño párrafo de su prólogo, pero aquí viene su gran conclusión: " Yo tendré que buscar mi camino entre la confusión y el caos producidos por los conflictos de estos potentes y sedientos titanes. Esa pequeña porción de materia viva que soy yo tendrá que triunfar sobre ellos. Esta pequeña porción de materia viva se considerará divina si logra domarlos y ponerlos a su servicio. Es bueno vencer una tempestad y considerarse divino. Estoy seguro de que cuando una porción finita de materia viva gelatinosa y pulsante se siente divina, experimenta una sensación infinitamente más gloriosa que la de un Dios sintiéndose divino."
Compré este libro en mi día 64 de viaje, y ya había experimentado la sensación de ser una masa gelatinosa descendiendo por el O Cebreiro bajo el temporal o achicharrandome por la Meseta, muerto de frío en los Atlas, contando estrellas en el desierto o descomponiéndome en Lisboa. Yo hubiera sido incapaz de describir la fascinante sensación de llegar a un lugar y saber que lo has conseguido por tu propio pie. Solo hubiera añadido una cosa, cuando llegas a un lugar, crees rotundamente que te encuentras en el momento idóneo, el más esplendoroso y que por alguna razón, tanto media hora antes como después no hubieras encontrado ni la belleza, ni emoción, ni la singularidad, ni la soledad, ni la reflexión que yo buscaba, y es entonces, cuando además de divino, te sientes afortunado.
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