Pero que bonita eres

La estación de Sevilla a la que llegué se llama Plaza de Armas, es una nueva estación anexa a la histórica, una auténtica maravilla neomudéjar reconvertida en centro comercial.

La Giralda ya se avistaba una veintena de quilómetros antes de entrar a la ciudad; este edificio es una prueba indiscutible de que el ingenio humano no conoce límites para los que aun piensan que no todo está inventado. En la otra orilla del Guadalquivir, la construcción de un hotel compite por superar unos metros esta fábrica de sombras de más de 5 siglos, a pesar de lo que digan los propios ciudadanos andaluces y la UNESCO.

Sevilla es una reliquía histórica mucho más decisiva y compleja de lo que los propios españoles entendemos, más valorada por unos extranjeros que prefieren gastarse el dinero y las piernas viniendo a contemplar esta maravilla. Otra vez el debate de si el consumismo puede usurpas los signos identitarios de una ciudad. Pero en si, si estas decisiones fueron acertadas o erradas, solo la historia sabrá.

Los 27 grados del noviembre más caluroso de mi generación me dieron la bienvenida. Romana, árabe, católica, neomozárabe y romántica es esta Sevilla, y huele a aceite friendo ajo y perejil. Laberínticamente llegué hasta mi hostal, donde una joven polaca estaba a punto de cambiar el trascurso de este viaje.

La casa construída en forma de Riad se emplea como hostel para mochileros, pero pocos cabíamos allí esa noche puesto que casi todas las habitaciones estaban ocupadas por tuneros.

Que es un tunero? historicamente era alguien que tocaba algún instrumento durante su etapa universitaria para poder recaudar fondos. Ahora es alguien entradito en edad, que aun haber acabado la carrera, tener esposa, hijos e incluso alguno de ellos en la universidades donde estudiaron, siguen cantando en bodas, comuniones y plazas públicas por algo de dinero, cerveza o alguna mujer.

Ser tunero no es fácil, se debe pasar una primera etapa, la de ganarse el uniforme, mientras tanto el tunero novato irá de vaca, cerdo, torero, o lo que más le haga reír a su grupo, y lo hará hasta que llegue alguien que le remplaze o sus compañeros se hayan cansado de reírse de él.

Hasta entonces yo pensaba que los tuneros eran personas que iban a las comuniones a cantar canciones a los papas borrachos. Pero claro, Spain is diferent, y el sur mucho más. Aquí es el tunero el que empieza a beber desde que se pone el uniforme (disfraz); durante las primeras fases de la embriagadez va cantando por las plazas y hace serenatas a las chicas que se asoman a las ventanas, las canciones son románticas y melódicas y la gente aplaude. Luego ya vienen las canciones con doble sentido, esas que dicen como les harán el coito. Luego se retiran a las tabernas a beber y beber y cuando salen de allí son la mezcla de un X-Men borracho con la pócima mágica de Panoramix y un mercader veneciano enmascarado. Se van al suelo, vomitan y abandonan las tabernas sin pagar: son los hijos de Baco.... y esa noche en Sevilla, habían por lo menos trescientos.

Volviendo a mi, dejé mi mochila sin hacer ruido en la litera de arriba mientras dos franceses se entregaban al "amor foi" en la de abajo. Y fui directo a contemplar el centro de Sevilla, que por cierto, no tenía ni idea que ya era otoño. Al voltear estaba allí, esvelta, iluminada, joven y bella, mucho más cerca de lo que esperaba, con unas dimensiones únicas, el Giraldillo coronaba el más grande de los antiguo minaretes. Antaño indicaba la dirección del viento para mostrar si era buen momento para partir hacia Las Américas, ahora indicaba los bares de la calle Betis y allí me dirigí.

Pero antes me había apuntado a algo llamado Pub Crawling... (flash back... turu ruru), volvamos a cuando el vagabundo que les escribe escuchó este término a sus inocentes 21 años mientras realizaba un intercambio en Cracovia; entonces le habían asignado a un equipo formado por un italiano, una serbia y una turca y con quienes debiamos realizar un seguido de juegos cultural-etílicos para defender el buen nombre de nuestros respectivos países.... (volviendo al presente... turu rururu) volvamos al presente... Pancho Tours organizaba un Pub Crawling donde podías conocer a los guiris de otros albergues y tomar cuatro cervezas y acabar en un club supermolón por tan solo 10€... Que buena idea!!! seguro que es la típica salida donde me van a vender cerveza de garrafón, voy a ir a locales donde pongan el "ai si eu te pego" y no voy a conocer ni a un solo ciudadano local. Y efectivamente, 4 o 5 gringas hipemaquilladas, un soldado afroamericano de misión en Rota y otras especies completaban el Safari. Pero os preguntareis... como acepté pagar 10€ a cambio de tanta cultura local?... pues no lo hice.

Primer bar, nada de nada, segundo, nada de nada, tercero, nada que recordar, cuarto... el alcohol en vena ajena hace milagros!! Y el americano grandullón de Rota empezó a sentir apetito por un sevillano de 18 años quien recibía las burlas de sus amiguetes. Si además le añadimos que yo como traductor exajeré dos o tres frases tenemos a un sevillanito cagado del miedo, con 3 amigos riendose e invitandome a un bar donde no hay ni un guiri.

Fuimos y era verdad, no habían ni guiris ni sevillanos, charlamos de Andalucía y de los catalanes hasta que unas extremeñas vinieron a sentarse con nosotros y me sorprendió como aquí son las chicas la que cuentan los chistes y los novios los que pasan la vergüenza. Y así la primera noche en Sevilla fue genial.

Pronto volveré para contaros lo que paso el día siguiente y que resultó siendo uno de los mejores días del viaje, pero algo os puedo adelantar,... al final de todo acabé apuntandome al Pub Crawling supercultural de Pancho Tours, y volví otra vez con mis 10€ de vuelta a casa.




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