Villafranca es la capital histórica del Bierzo. Ponferrada la moderna. Entre medio hay un camino hacia el pasado sencillo de transitar.
Primero se cruzan los sorpendentes y lujosos suburbios. Grandes caserones construidos como palacios de hadas al calor de algo que aún no conozco y un estadio de la Ponferradina que por aquel entonces soñaba eliminar al Real Madrid en la Copa del Rey.
Luego pueblos donde TODA la gente es sorprendente feliz y optimista. Uno tras otro, hasta que un viento frío y húmedo sopló y se los llevó todos a donde yo no se. Un otoño viñícola me recordó que sin darme cuenta llevaba 20 días fuera de casa y que silenciosamente se acercaba Santiago, la soledad y noviembre.
El Bierzo es una denominación de origen vinícola joven y un grupo de domingueros algo tomados nos saludaba y enseñaban sus chuletas de cerdo.
Algunos albergues ya estaban cerrados y tuve que forzar el paso hasta Villafranca. Un par de repechos y sucedió algo que sigo considerando mágico. Por un momento anduve por todo los cuentos que me habían contado de pequeño. No era el lobo el que se escondía en el bosque, sinó una caperucita roja, y por supuesto, los fecundos manzanos daban frutas venenosas que podían adormecer hasta al vasco más grandullón. La luz se volvió dulce y mostró colores amistosos en las laderas de las montañas que jamás había visto.
Una calle embarrada nos dio la bienvenida a un pueblo espectacularmente bello y vacío. Era imposible que tanta belleza estuviese inhabitada. Era Macondo el día después del diluvio, cuando el último de los Buendía leyó la condena de su estirpe.
Sentía un aire increiblemente puro e inocente. Sentí asco por los que ensucian el aire que yo respiro, sentí que tenía derecho a respirarlo eso cada día. Sentí que mi vida debía ser un cuento. Sentí que debía volver allí y mostrarle a las personas que más quiero. Sentí que ellos sentirían asco por quien contamina el aire, sentí que sentirían que tenían derecho a respirarlo cada día. Sentí que sentirían que su vida debería ser un cuento. Sentí que deberían volver allí y mostrarle a las personas que más quisieran. Sentí que las personas...
Villafranca es un buen lugar para empezar a ser ecologista, para darse cuenta de la perfección de la naturaleza, por sentirse responsable y parte de ella,... pero esto fue una percepción personal, muchas otras personas no pudieron disfrutarlo y se fueron al albergue con yacuzzi. Sinceramente, yo había encontrado la felicidad por primera vez desde hacía muchísimo tiempo y me di cuenta que cuando estás realmente bien no necesitas nada, tal vez a alguien.
Las viñas del Bierzo |
Luego pueblos donde TODA la gente es sorprendente feliz y optimista. Uno tras otro, hasta que un viento frío y húmedo sopló y se los llevó todos a donde yo no se. Un otoño viñícola me recordó que sin darme cuenta llevaba 20 días fuera de casa y que silenciosamente se acercaba Santiago, la soledad y noviembre.
El Bierzo es una denominación de origen vinícola joven y un grupo de domingueros algo tomados nos saludaba y enseñaban sus chuletas de cerdo.
Algunos albergues ya estaban cerrados y tuve que forzar el paso hasta Villafranca. Un par de repechos y sucedió algo que sigo considerando mágico. Por un momento anduve por todo los cuentos que me habían contado de pequeño. No era el lobo el que se escondía en el bosque, sinó una caperucita roja, y por supuesto, los fecundos manzanos daban frutas venenosas que podían adormecer hasta al vasco más grandullón. La luz se volvió dulce y mostró colores amistosos en las laderas de las montañas que jamás había visto.
Una calle embarrada nos dio la bienvenida a un pueblo espectacularmente bello y vacío. Era imposible que tanta belleza estuviese inhabitada. Era Macondo el día después del diluvio, cuando el último de los Buendía leyó la condena de su estirpe.
Sentía un aire increiblemente puro e inocente. Sentí asco por los que ensucian el aire que yo respiro, sentí que tenía derecho a respirarlo eso cada día. Sentí que mi vida debía ser un cuento. Sentí que debía volver allí y mostrarle a las personas que más quiero. Sentí que ellos sentirían asco por quien contamina el aire, sentí que sentirían que tenían derecho a respirarlo cada día. Sentí que sentirían que su vida debería ser un cuento. Sentí que deberían volver allí y mostrarle a las personas que más quisieran. Sentí que las personas...
Calor compartido |
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