Para que plazca a Dios y a los hombres

Para un barcelonés de pro, acostumbrado a sus dos nudos, el de la Trinidad y el del Llobregat, circumbalar Madrid por la M-40, aún sea en pleno verano, es más que un acto de fe en el GPS, es un examen de geografía e historia. Por la M-30, O'Donell y otros borbones e ilustrados que muy bien ya no recuerdo ni que hicieron ni porque se merecen ser recordados. Después, la salida para Brunete, que si, allí no solo la República plantó cara a los fascistas italianos, sino que les ganó. Y finalmente las ciudades periféricas en sentido horario: Alicante, Málaga, Sevilla y por fin, dirección Badajoz.

Y aquí entraríamos en el momento de calzarme las gafas de Sol, y prender la música de Triana o La Raíz. Pero sufro uno de los efectos veraniegos peninsulares. La carretera está cortada y si miro a la derecha veo el porque: en la Sierra se vislumbran las cortinas de humo del incendio cerca de Parla. Hoy algunas personas llegarán tarde a sus trabajos, o serán realojados de sus casas, pero también algún pájaro perderá sus pollinos en el nido, y sufrirá igual que cualquier madre sufre al perder sus crías. Aunque lo cómodo sería esperar en la retención forzando una temperatura de confort y mirar o ignorar como arde el monte, prefiero aparcar en una sombra de Xanadú, un centro comercial que es famoso por albergar una pista de esquí artificial. Si está pista, y el edificio que la alberga ha de estar a menos de 0 grados mientras el monte se quema al otro lado de la autopista, da que pensar que algo no funciona en nuestro racionamiento.

Coincide que dos de mis amistades más cercanas me escriben en un lapso de tiempo muy corto. ¿Como? ¿Extremadura? ¿pero que ha pasado algo? Bueno, ves con cuidado. Y es que que razón conlleva a un ser a fijar hacia este destino tan poco común al cual solo se llega por algún rastro de sangre en el parentesco? El perfecto desconocimiento hacia un lugar vacío en el mapa con una primera parada en el norte, Plasencia, donde no me esperaba el Rober tocando el cuarto movimiento de la Ley Innata, sino uno de esos individuos capaces de andar por la calle a 40 grados y que ya me creía extinguidos, gorristas o gorreras, seres de poca carne y hueso que de facto se vuelven los parquímetros de los pueblos. Esa fue mi bienvenida, con ya 700 km y el arrepentimiento porque todo ese trayecto realmente no había servido para nada, "Dani, te has vuelto a pasar de listo". Pero mi suerte estaba apunto de cambiar.

Tan acostumbrado a empezar las visitas a una ciudad con un simple tour de Sandelman o viendo un video sobre españoles sobre el mundo. Esa latitud y ese calor seco me daban a entender que debía empezar a tirar del hilo de otra forma. Siempre era igual, empezaba, y la historia de algún señor me llevaba a un sitio, de allí las leyendas de alguna anciana a otro, una llamada a casa, o a algún amigo, pero allí, tan lejos de todos debía empezar de otra forma, en algún sitio debía empezar la chispa, y estas fueron las ganas de contar y revivir este blog, de inmortalizar y compartir las vivencias, los sentimientos y las coincidencias. Como cuando al pasar por una portalada en la que no había prestado atención, escuché decir, para empezar el tour, necesitamos ser al menos tres. Entré en la oficina de información y turismo para ser el tercero de este tour multitudinario. "A ver, tu, de donde has salido?", de Barcelona, "Tienes sangre extremeña, verdad?", y por unos segundos me quedé pensando para contestar, "si, parte de mi, viene de aquí".


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