De Puente de la Reina a Estella


Esta fue mi segunda etapa y la empecé con la ropa mojada que no se había secado del día anterior. Es curioso como la peregrinación va cohesionando a los grupos hasta perfeccionar el arte de la lavandería. Las primeras etapas yo, y casi todo el mundo andaba con la ropa algo mojada de lavarla el día anterior. Mi individualismo inicial me llevó a tomar una primera solución: enganchar con imperdibles mi ropa interior a la mochila, con el tiempo encontramos soluciones en equipo que nos permitieron andar con ropa seca, al menos las dos primeras semanas hasta llegar al Bierzo donde el otoño nos privó de tal placer.

Amanecer en Navarra
Esta etapa me dejaron dos momentos únicos, el primero, cruzar el Puente de la Reina antes de la salida del Sol. El segundo la entrada a Estella, algo difícil de olvidar. Entre medio se ven algunos pueblos de interés, como por ejemplo Cirauqui  y VillaTuerta.

Calle empinada y empedrada de un pequeñito pueblo de Navarra
En Villatuerta se dice que vivieron varios santos que en vida protegían al peregrino. Uno de ellos al morir y para solucionar una disputa sobre su enterramiento, ataron su cuerpo a una mula y allí donde la mula caera muerta por cansancio se construiría su ermita. Esta leyenda está representada con frescos en la iglesia del pueblo y una simpática voluntaria se dedica a repetirla a quien la quiera oír.

Entrada a Estella
En Estella se puede visitar el museo del Carlismo gratis si eres peregrino. No merece mucho la pena y la historia me pareció algo distinta a lo que había aprendido en el colegio. Pero hay alguno de los cuadros originales que aparecían en mis libros de texto.

Estella también tiene unas vistas preciosas, de los varios peñones que le rodean uno está coronado por una ermita con vistas espectaculares. Allí me tropecé con otra apocalíptica, fanática de las misas en latín y que afirmaba que los comunistas eran enviados del demonio.

Vistas desde un peñón sobre Estella

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