Cádiz: el viejo y el mar

Disfrutaba yo de un soleado día de diciembre en manga corta junto al mar de Cadiz cuando un hombre mayor con barba y ropa usada se acerco decidido a estropear mi tranquilidad.

Se presentó y me contó dos o tres curiosidades sobre el lugar donde estaba. Como me había arruinado el momento de serenidad decidí hacerle tantas preguntas como podía, el hombre me respondía aunque estas fueras descaradamente estúpidas. Al cabo de un rato y sin darme cuenta la conversación se había vuelto interesante y tendía a como Cádiz se había transformado y como la juventud no quería seguir la tradición pesquera.

Finalmente me contó el secreto de su "éxito", ya que él, a pesar de su aspecto roído se consideraba un triumfador en la vida. "Toda persona tiene el derecho, aunque no lo sepa, a escoger sus amistades y las personas que le rodean, y puede hacerlo siguiendo dos criterios, con personas de nivel intelectual inferior o con pocos conocimientos y actitudes o viceversa... La primera forma te proporciona una sensasción de superioridad agradable que te permite subir tu nivel de autoestima, la segunda es más difícil de llevar, ya que te puede undir pero te proporciona la absorción de los conocimientos de los que te redoean y algún día puedes llegar a ser como ellos o mejor, todo depende de tí."

El hombre que había arruinado mi momento de tranquilidad miró el reloj y dijo que a esa hora su mujer ya debía haber acabado de cocinar, se despidió y dijo que era un gusto haber hablado conmigo, lo mismo hice yo.

Me puse a pesar en hechos autobiográfícos y el mar, el Sol y mi manga corta se difuminaron en un segundo plano.


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