Hace poco me puse a analizar que le hacía reír a los españoles en los años de la burbuja y el "progreso" cuando las preocupaciones se limitaban a aparentar una nueva riqueza delante de nuestros vecinos, familiares o compañeros del trabajo.
En ese tiempo nos jactábamos que nuestro coche tuviese un alerón hortera, el nombre de nuestra novia (o de no tener, nuestro perro) o un color de llantas chillón. Otros, se orgullecían de cobrar más que los profesionales cualificados. También se empezó a buscar falsos destinos exóticos, como la Rivera Maya, que al uso del turista, era esencialmente lo mismo que Canarias. O lo más grande, ver que cada día nuestros pisos valían más. Y finalmente nos empezó a gustar un humor más sencillo.
Durante la primera legislatura del partido popular un jubilado malagueño, quien llevaba toda la vida cerca del mundo del espectáculo, se hizo infinitamente famoso a costa de repetir palabras como pecador, fistro, mamonazo y hasta luego lucas,... su humor consistía en contar chistes moviendose como un lisiado. Pronto se volvió el icono de un generación y habían artículos promocionales con su cara, incluso, en bolsas de patatas. Seguramente, muchos jubilados se sintieron orgullosos de que a tan adelantada edad la vida aun les podía dar sorpresas. Pero en si, su éxito residió en que mucha gente se podía reír del ridículo ajeno y pronto incorporaron en su ya corto vocabulario las palabras del gran Chiquito.
No solo en España se generan humoristas para los ciudadanos menos exigentes: en Venezuela existe el caso del 'Conde del Guachire', quien tiene su propio parque de atracciones en Isla Margarita, en Ecuador otro humorista llamado 'La Vecina' o Facundo en México. Practiquen el sencillo ejercicio de ver las caras de vergüenza de los ciudadanos de estas naciones al mencionar estos nombres.
Por aquel entonces nos dejaron dos de los humoristas más respetables de la segunda mitad del siglo veinte. Eugenio (o Eugeni) era un cantautor catalán quien descubrió que entre canción y canción sus chistes eran más exitosos. Los empezaba siempre igual: "Sabén aquel que diu", una mezcla entre catalán y castellano, hoy en día, su imitador 'oficial' cobra 60 euros la entrada. El otro se llamaba Miguel Gila, un superviviente a un fusilamiento franquista cuyo humor era un burla a las guerras. Él sólo, haciendose pasar por un militar, llamaba al bando enemigo: "Aquí la guerra?". El tiempo lo abandonó en Barcelona en 2001.
Curiosamente, después de muertos volvieron a acaparar el interés dejando en un segundo plano al jubilado de las patillas. Entonces se abrieron dos caminos, en Catalunya, un humorista procedente de la radio resucitó uno de los géneros más antiguos, el monólogo como parte inicial de su programa. Dicen las malas lenguas que tuvo que parar puesto que se pasó en algunos chistes sobre el Rey y Jordi Pujol. No se si esto es cierto o no, pero curiosamente, durante sus años sabáticos lo encontré junto a un grupo de amigos en el Moma de Nuevo York, le pedí un autógrafo y a mis 14 años, lo que recibí de él fue un: "hasta en la otra punta del mundo me vienen a tocar las pelotas". A pesar de eso, sigo siendo un fan suyo.
El caso que me motivó toda esta reflexión fue el duo: "Cruz y raya" cuyo fueron líderes de televisión entre el 2000 y el 2006 e indiscutibles presentadores del programa de Noche Vieja. España lleva replicando duos televisivos desde "Tip i Coll" (1967), el dúo "Sacapuntas" (1979) y "Martes y Trece" (1985) . Así que el grupo replicó mucho de los esteorotipos que ya habían funcionado anteriormente, aprovechando las ventajas que las nuevas tecnologías en realización les permitían. Sus personajes más famosos fueron una familia de gitanos quienes hacía lo imposible para engañar y robar, un socorrista vago quien no quería ir a socorrer a nadie diciendo: "Si hay que ir se va, pero ir pa na es tontería", un filosofador que imitaba la estética de un afilador de cuchillos y otro era un albañil quien se colaba en cualquier esqueig para decir: "¿Has visto a Paco?". No existían apenas paródias a personajes reales y la crítica política era nula. La diferencia principal con "Martes y Trece" y "Los Morancos" fue que apenas había transvestismo, quizás, porque la homosexualidad empezaba a ser aceptada por la sociedad y ya no era motivo de burla.
Cruz y Raya se separó, y José Mota empezó otro programa, ya en los momentos de mayor aceptación de Zapatero. Este programa sorprendió por lo elaborado de los guiones de sus esqueig y la poca repetición de sus personajes, así como de la crítica política y social. Poco después estalló la crisis.
Ahora viene la reflexión. La televisión es el reflejo de la clase media o baja ya que la clase media alta o alta consume cultura por un tubo (aunque sea por puro fetichismo), práctica deporte como parte de sus relaciones sociales o cualquier otra cosa antes que ver la tele o los estudiantes (aplicados de secundaria o universitarios) quien no tienen tiempo para ver la tele y cuya forma de evasión no es compatible con el humor ligero (o estúpido).
Así que lo que tuvimos en esa época era lo que demandaba la clase media o baja, quienes a pesar de tener más ingresos por la facilidad de encontrar trabajo o la bajada del tipo de interés posterior a los atentados de 2001 se lo pasaban en grande riendose de una ficticia familia de gitanos o de un albañil.
Curiosamente, había un alternativa brutal para consumir humor televisivo basado en series: "Plats Bruts" en TV3, "Aida", "Aqui no hay quien viva", y luego "Cámara Café"... quienes a pesar de contar con actores brillantes y guionastas originales les costó mucho competir contra la sencillez y el humor ligero de los esqueig de Cruz y Raya. Recientemente, en Mostar, un bosnio me hizo recordar viejos tiempos con frases de Aquí no hay quien viva puesto que ahora están pasando la segunda temporada.
Las frases de Tejero, el portero de la Comunidad de Aquí no hay quien viva remplazaron a la del dúo Cruz y Raya. Me acuerdo que durante mi primer año de universidad mi profesor de cálculo decía "No pongais estas caras que esta noche dan 'los vecino'".
Pero la población precisaba de no pensar y un programada llamado "Humor se escribe con H" y "Noche de Fiesta" junto al humorista Jaimito Borromeo cubrian esas necesidades. Extraordináriamente se popularizaron los esqueig de tres parejas: la de recién casados, la de cuarentones y la de jubilados quienes no paraban de insultarse. Y lo más extraordinario aun tanto Noche de Fiesta como Aquí no hay quien viva pertenecían al mismo empresario: Jose Luís Moreno (quien, sintiendolo mucho por él, un día recibió una paliza en su propia casa).
También empezó una nueva forma de transmitir humor de la cual el individuo pudo elegir de una forma nunca vista hasta entonces y permitió por primera vez la bidireccionalidad. Llegaba Internet. En España "el Rellano" fue el primer portal popular, pero pronto YouTube fue la plataforme donde la gente promocionaba videos caseros e incluso a algunas personas se le fue la mano colgado videos de borderlines. Otro fenómeno a resaltar es el de Cuanto Cabrón.
Reírse está siendo una de las mejores formas de luchar contra la crisis, ya sea televisivamente, por grupos de Facebook o con los carteles del movimiento de Indignados. Lo curioso es que la creatividad se promueva cuando las cosas van mal.
En ese tiempo nos jactábamos que nuestro coche tuviese un alerón hortera, el nombre de nuestra novia (o de no tener, nuestro perro) o un color de llantas chillón. Otros, se orgullecían de cobrar más que los profesionales cualificados. También se empezó a buscar falsos destinos exóticos, como la Rivera Maya, que al uso del turista, era esencialmente lo mismo que Canarias. O lo más grande, ver que cada día nuestros pisos valían más. Y finalmente nos empezó a gustar un humor más sencillo.
Durante la primera legislatura del partido popular un jubilado malagueño, quien llevaba toda la vida cerca del mundo del espectáculo, se hizo infinitamente famoso a costa de repetir palabras como pecador, fistro, mamonazo y hasta luego lucas,... su humor consistía en contar chistes moviendose como un lisiado. Pronto se volvió el icono de un generación y habían artículos promocionales con su cara, incluso, en bolsas de patatas. Seguramente, muchos jubilados se sintieron orgullosos de que a tan adelantada edad la vida aun les podía dar sorpresas. Pero en si, su éxito residió en que mucha gente se podía reír del ridículo ajeno y pronto incorporaron en su ya corto vocabulario las palabras del gran Chiquito.
No solo en España se generan humoristas para los ciudadanos menos exigentes: en Venezuela existe el caso del 'Conde del Guachire', quien tiene su propio parque de atracciones en Isla Margarita, en Ecuador otro humorista llamado 'La Vecina' o Facundo en México. Practiquen el sencillo ejercicio de ver las caras de vergüenza de los ciudadanos de estas naciones al mencionar estos nombres.
Por aquel entonces nos dejaron dos de los humoristas más respetables de la segunda mitad del siglo veinte. Eugenio (o Eugeni) era un cantautor catalán quien descubrió que entre canción y canción sus chistes eran más exitosos. Los empezaba siempre igual: "Sabén aquel que diu", una mezcla entre catalán y castellano, hoy en día, su imitador 'oficial' cobra 60 euros la entrada. El otro se llamaba Miguel Gila, un superviviente a un fusilamiento franquista cuyo humor era un burla a las guerras. Él sólo, haciendose pasar por un militar, llamaba al bando enemigo: "Aquí la guerra?". El tiempo lo abandonó en Barcelona en 2001.
Curiosamente, después de muertos volvieron a acaparar el interés dejando en un segundo plano al jubilado de las patillas. Entonces se abrieron dos caminos, en Catalunya, un humorista procedente de la radio resucitó uno de los géneros más antiguos, el monólogo como parte inicial de su programa. Dicen las malas lenguas que tuvo que parar puesto que se pasó en algunos chistes sobre el Rey y Jordi Pujol. No se si esto es cierto o no, pero curiosamente, durante sus años sabáticos lo encontré junto a un grupo de amigos en el Moma de Nuevo York, le pedí un autógrafo y a mis 14 años, lo que recibí de él fue un: "hasta en la otra punta del mundo me vienen a tocar las pelotas". A pesar de eso, sigo siendo un fan suyo.
El caso que me motivó toda esta reflexión fue el duo: "Cruz y raya" cuyo fueron líderes de televisión entre el 2000 y el 2006 e indiscutibles presentadores del programa de Noche Vieja. España lleva replicando duos televisivos desde "Tip i Coll" (1967), el dúo "Sacapuntas" (1979) y "Martes y Trece" (1985) . Así que el grupo replicó mucho de los esteorotipos que ya habían funcionado anteriormente, aprovechando las ventajas que las nuevas tecnologías en realización les permitían. Sus personajes más famosos fueron una familia de gitanos quienes hacía lo imposible para engañar y robar, un socorrista vago quien no quería ir a socorrer a nadie diciendo: "Si hay que ir se va, pero ir pa na es tontería", un filosofador que imitaba la estética de un afilador de cuchillos y otro era un albañil quien se colaba en cualquier esqueig para decir: "¿Has visto a Paco?". No existían apenas paródias a personajes reales y la crítica política era nula. La diferencia principal con "Martes y Trece" y "Los Morancos" fue que apenas había transvestismo, quizás, porque la homosexualidad empezaba a ser aceptada por la sociedad y ya no era motivo de burla.
Cruz y Raya se separó, y José Mota empezó otro programa, ya en los momentos de mayor aceptación de Zapatero. Este programa sorprendió por lo elaborado de los guiones de sus esqueig y la poca repetición de sus personajes, así como de la crítica política y social. Poco después estalló la crisis.
Ahora viene la reflexión. La televisión es el reflejo de la clase media o baja ya que la clase media alta o alta consume cultura por un tubo (aunque sea por puro fetichismo), práctica deporte como parte de sus relaciones sociales o cualquier otra cosa antes que ver la tele o los estudiantes (aplicados de secundaria o universitarios) quien no tienen tiempo para ver la tele y cuya forma de evasión no es compatible con el humor ligero (o estúpido).
Así que lo que tuvimos en esa época era lo que demandaba la clase media o baja, quienes a pesar de tener más ingresos por la facilidad de encontrar trabajo o la bajada del tipo de interés posterior a los atentados de 2001 se lo pasaban en grande riendose de una ficticia familia de gitanos o de un albañil.
Curiosamente, había un alternativa brutal para consumir humor televisivo basado en series: "Plats Bruts" en TV3, "Aida", "Aqui no hay quien viva", y luego "Cámara Café"... quienes a pesar de contar con actores brillantes y guionastas originales les costó mucho competir contra la sencillez y el humor ligero de los esqueig de Cruz y Raya. Recientemente, en Mostar, un bosnio me hizo recordar viejos tiempos con frases de Aquí no hay quien viva puesto que ahora están pasando la segunda temporada.
Las frases de Tejero, el portero de la Comunidad de Aquí no hay quien viva remplazaron a la del dúo Cruz y Raya. Me acuerdo que durante mi primer año de universidad mi profesor de cálculo decía "No pongais estas caras que esta noche dan 'los vecino'".
Pero la población precisaba de no pensar y un programada llamado "Humor se escribe con H" y "Noche de Fiesta" junto al humorista Jaimito Borromeo cubrian esas necesidades. Extraordináriamente se popularizaron los esqueig de tres parejas: la de recién casados, la de cuarentones y la de jubilados quienes no paraban de insultarse. Y lo más extraordinario aun tanto Noche de Fiesta como Aquí no hay quien viva pertenecían al mismo empresario: Jose Luís Moreno (quien, sintiendolo mucho por él, un día recibió una paliza en su propia casa).
También empezó una nueva forma de transmitir humor de la cual el individuo pudo elegir de una forma nunca vista hasta entonces y permitió por primera vez la bidireccionalidad. Llegaba Internet. En España "el Rellano" fue el primer portal popular, pero pronto YouTube fue la plataforme donde la gente promocionaba videos caseros e incluso a algunas personas se le fue la mano colgado videos de borderlines. Otro fenómeno a resaltar es el de Cuanto Cabrón.
Reírse está siendo una de las mejores formas de luchar contra la crisis, ya sea televisivamente, por grupos de Facebook o con los carteles del movimiento de Indignados. Lo curioso es que la creatividad se promueva cuando las cosas van mal.
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