Atrapados en azul


Resulta que por más piedras que el hombre pula, las forme bajo su ingenio o las una y coordine para que su conjunto sea capaz de generar un sentimiento subjetivo en el observador activo, nunca podrán ser comparables con las que la naturaleza puso aleatoriamente en algunos escenarios singulares bajo conceptos tan sencillos como la presión, el tiempo y la erosión.

Puede haber tantos puntos de vista al respeto como personas en el mundo, des del convencido de que solo una divinidad es capaz de crear tanta belleza y con tal esmero, la incapacidad del hombre en igualar lo natural, la paralelización en un mundo perfecto platoniano, o la sobreposición del surrealismo sobre las normas del hombre. También hay quien piense que no hay que darle más vueltas al tema, pero no es mi caso, ni tampoco el de la UNESCO quien en los años 70 acordó registrar los lagos de Plitvice en su lista de Patrimonio de la Humanidad.

Para aquel entonces Plitvice se situaba en la parte occidental de Yugoslavia, ahora se encuentra a medio camino, un poco más cerca de la costa de la carretera entre Zagreb y Zadar. Y una parada obligatoria ya se proceda de la capital o desde Eslovenia. El paisaje es sobrecogedor, sobretodo cuando el autobús se desvía de la carretera principal. Donde en algunas localidades pueden observarse reliquias bélicas.

En temporada alta es preferible comprar el billete con antelación en la estación de autobuses de Zagreb y también el de regreso puesto que a pesar de la fuerte demanda existente son pocos los autobuses de esta línea que paran en los lagos. Pero no se preocupen porque el hombre es avaricioso y siempre espera una oportunidad para poder poseer más. Se trata del hecho que aunque vendidos todos los billetes del autobús el conductor calzará a todo el que no tenga objeción en hacer el resto del trayecto de pie. También se arriesgará a pasar unos meses en la cárcel por cargar paquetes de contrabando de señores que hacen señas al autobusero en lugares escondidos y quienes entablan un tira y encoge para sacar más o menos beneficio para el que confía de que otro perpetúe la ilegalidad con la exculpación de la inocencia.

Existen varias entradas al parque y aconsejo la primera que se encuentra primero viniendo desde Zagreb o Liubliana. El billete vale 10 euros para estudiantes y permite la entrada y salida tantas veces como se quiera del parque, también existe un pase para dos días por si les apetece acampar en el campin aledaño o revenderla. También existe servicio de guardarropía en la oficina de información y turismo como comercios con un precio asequible para los niveles medios europeos.

De todas formas, antes de entrar al parque quisiera darles dos consejos. Lleven calzado cómodo puesto que a los lugares más cautivadores solo se puede llegar por caminos complicados. No se preocupen si no traen bañador porque la natación está prohibida. Y tercero, no se preocupen si les está haciendo tarde y prefieren dar la vuelta, lleguen hasta el final del parque y tomen el autobús de vuelta (se parece al papa móvil), está incluido en el precio.

Y ahora volvamos a los hechos del narrador quien esperando para comprar el ticket se percató de anuncios ofreciendo el parque como lugar de celebración de bodas y de la ausencia de turistas españoles quienes aun sudamos un montón del ecoturismo.

Lo primero que nos encontramos al visitar el parque son unas vistas espectaculares de la gran cascada la cual puede debe ser visitada tanto desde su base como desde arriba, aunque esto cueste su trabajo. Una vez arriba te puedes mojar los pies en cauces secundarios y algo más tranquilos.

Luego empiezan a sucederse diferentes lagos de pequeña longitud y con casacas de un par o tres metros. El agua es cristalina y posee una tonalidad turquesa que aun no conocía. En las profundidades los peces parece que persigan a los turistas mientras andan por las pasarelas y aunque varios carteles indican con dibujos que no hay que darles de comer a los peces ¿adivinan quienes les estaban dando migajas de pan? españoles de los que aun no distinguen entre el ecoturismo y un verano en Benidorm. A parte se ven cantidades incontables de libélulas, mariposas y algún que otro sapo, pero lo que más me llamó la atención fue una anguila indescriptiblemente fea y terrorífica, que se escondía entre las algas y que esperaba el descuido de algún pez. No pudimos presenciar el espectáculo de la depredación pero si el de la cadena trófica de turista dando migas – pez - anguila.
Pronto se puede visitar unas cuevas a mano izquierda o seguir adelanta. Por mi parte recomiendo seguir adelante y reservar las fuerzas para lo que está a punto de suceder. Una vez se cruza al cauce derecho del río, el mismo donde hay las entradas recomiendo que uno se pare a comer puesto que a esa hora es donde cae la sombra. Más adelante hay un merendero, pero es ruidoso y huele a patatas fritas, aunque allí se encuentra la única fuente de agua potable que encontramos. De todas formas, todo tiene un aire de campamento de verano para gorditos de película norteamericana.
Es en el mismo merendero donde se cocina el plato fuerte de la visita. En un embarcadero doble dos barcos llevan a los turistas hasta el otro lado del lago más largo, unos tres quilómetros que se salvan en unos 15 minutos inolvidables donde el reflejo de los arboles en el agua turquesa que es capaz de hacer olvidar que en algún lugar del mundo te esperan responsabilidades. Del otro lado, si usted ha tenido suerte y ha recalado en el muelle de la derecha, va encontrar una orgia de sentidos que difícilmente va poder olvidar y que fácilmente van a infiltrarse en su subconciente para siempre. Nosotros tuvimos la “suerte” (intencionada) de ser los primeros pasajeros y escoger la primera de las filas, tiren de picardía para conseguir la misma oportunidad.
Solo permiten hacer la vuelta en barco en un sentido, para volver al coche o a la parada rústica del bus hay que coger el “tren” que guarda un cierto parecido con el papa móvil.

El autobús llegó puntual pero a reventar. Zadar quedaba a algunas horas de allí y los primeros minutos los tuvimos que pasar en pie puesto que el conductor estaba ahorrando y necesitaba aun más dinero. Una vez tomamos asiento vimos por la ventana llanuras parecida a la de las películas de vaqueros donde se veía el vuelo de varias rapaces y seguíamos un diminuto tendido eléctrico por quilómetros y quilómetros sin más vida que las aves y sus presas. Tanto abandono por parte del hombre había llevado al milagro de la reforestación espontanea y se observaban por todos lados especies autóctonas de árboles jóvenes. Siguiendo el criterio establecido de progreso esa porción de tierra se estaba deteriorando al ser entregada de nuevo a la madre tierra después de tanto sufrimiento por domesticarla, para mi era el más grande de los respetos.

Empezamos a deslizarnos cordillera abajo e igual que las pecas negras en un perro dálmata, las islas se sobreponían al mar, todo esto decrestando una sierra que bien se podía encontrar a 600 o 700 metros de altura.

Al descender del autobús nos esperaba una grata sorpresa.

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