El hombre del sillón

Ella removía las cenizas de la narjila mientras yo desplegaba un mapa de grandes dimensiones de su país natal sobre el suelo de mi terraza de Sants. Se sorprendió: "¿De dónde lo has sacado?" Nos tumbamos y taponamos las ciudades costeras y las fronterizas con Siria con los codos.

La escena podría parecer erótica, una bella mujer, tumbada a escasos centímetros, señalando con pasión pueblos estilografiados con la más pequeña de las letras. "Allí tienes que ir". Pero la excitación pendulaba entre mi sentimiento de aventura y su nostalgia. Un foráneo pensaría en una intención puramente sexual, pero lo cierto que me estaba regalado un secreto más profundo que su piel. Me estaba revelando donde reside la libertad y yo me apresuraba a marcarlo rápidamente.

La noche estaba acabando cuando leyó mi devenir con los restos que había dejado el café. Su tono de voz era convincente, como si un loro invisible estuviera intermediando entre el porvenir y su tímpano.

Empezó con unas revelaciones curiosas: en tu futuro pasarás gran tiempo entre montañas y en tu vida hay una búsqueda del amor y la paz.

Bajo la luz de una linterna mi invitada padecía un mestizaje entre otomana y gitana. En los segundos previos a la tercera revelación empecé a sentir un cosquilleo entre mi nuca y la parte alta de la espalda que se repite al recordar esa noche. Daba vueltas a la taza mientras yo me debatía en el eterno debate del querer o no querer saber mi devenir.

Señalaba con un dedo y era consciente que iba a romper la atmósfera que había conseguido generar. "Veo un hombre sentado en un sofá","Eso es capaz de decirte la taza?". Estaba indignado, el mensaje era parcial y sobretodo estúpido por su cuotaniedad. Al rato me extremecí al pensar que mucho tiempo después, durante mi madurez, al llegar a mi casa un día cualquiera, podría encontrarme un hombre desconocido postrado en mi sofá. "El hombre te mira y espera que digas algo". "Pero está en mi casa?","Puede, solo veo un hombre en el sofá".

Por alguna razón esta revelación sigue en mí y aparece en mis sueños, donde nunca soy capaz de comunicarme con el desconocido.

Si mi gitana está en lo cierto,tarde o temprano voy a encontrar sentido a ese grano de café que se adhirió en esa forma concreta en una pequeña taza de souvenir que ella había traído desde Estambul. Y en ese preciso instante, lugar y circunstancia voy a poder pronunciar mi pregunta y él la respuesta que tanto anela revelar.

2 comentarios:

  1. Me ha encantado leerte desde mis sofas de 140. Enhorabuena por el blog.

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  2. Hola Pepa, muchas gracias por la crítica. Espero que te hayan gustado los demás artículos. Tengo curiosidad por saber que son tus sofas de 140.

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