Medjugorje


El autobús cruzó por la Plaza de los Españoles, un lugar de homenaje a los soldados muertos y a los que recuperaron las piedras del Stari Most submergidas en el Nereva para iniciar su reconstrucción al finalizar la guerra. Sentí algo raro por la controversia del gasto que destinan los países en militares, lo mismo que cuando la noche anterior un bosnio me contó como un médico español le había estripado una bala alojada en su hombro cuando era niño.

En vez de tomar la carretera donde se ve el maravilloso valle cruzamos por el barrio cristiano, donde nadie diría que huvo recientemente una guerra. Al cabo de una hora llegamos a la parada de bus de Medjugorje uno de los lugares de peregrinación más populares entre los cristianos. Aquí hubo en 1981 una aparición mariana, aunque a diferencia que en Lourdes y Fátima no ha sido reconocida por la Iglesia.

El Souvenir reclinatorio
La parada de autobús estaba a unos pasos del hotel donde el propietario del hostal Herzegovina nos había conseguido un precio tirado al contactar con un amigo suyo, que por la cara nos invitó a comer y a cenar. El hotel familiar estaba repleto de imagenes religiosas y de italianos relicados super excitados. Dejamos los vultos y fuimos andando hasta la Comunidad del Cenáculo, dos kilometros más allá por un paisaje repleto de hoteles y tiendas de souvenirs. Mientrastanto, salía humo del Crist Seback y ningún helicoptero hacía el mínimo esfuerzo para apagarlo.

La Comunidad del Cenáculo es una institución repartida por todo el mundo donde gente con adicciones a las drogas se desintoxican por medio de la oración. En la puerta un cartel daba la bienvenida en italiano, español e inglés, y las advertencias: "aquí no nos responsabilizamos de sus objetos" y "no den dinero directamente a los residentes, sinó en las urnas de la tienda". Había unos cuantos escenarios repartidos, ya que una de las cosas que hacen los residentes es la de explicar su experencia.

Todas esas botellas salieron gratis 
Cuando llegamos unos 10 chicos estaban limpiado y colocando sillas y nos dijeron que no podíamos estar allí. Se les veía muy nerviosos y maleducados, incluso me pareció verlos temblar y se empeñaban en hablarnos en italiano. Cerca de allí varias personas andaban descalzas por una montaña mientras otras compraban rosarios e imágenes. Aunque nuestro primer contacto con el Cenáculo nos desilusionó decidimos  volver más tarde.

Andando observé que no existía ninguna casa antigua en todo el pueblo, sinó hoteles con nombres irlandeses, italianos o polacos. Mucha gente considera milagroso que durante la guerra de los Balcanes el pueblo no sufriera ningún desperfecto, aunque este se encontrara algo lejos del Nereva y tuviese poco valor estratégico. Pero el impacto del turismo había aniquilado cualquier evidencia de donde estabamos y entre otras, el gran número de banderas croatas, la más llamativa, la que se encontraba a las puertas de la iglesia, junto a la del Vaticano.

Fuimos a ver la estación de autobuses para saber el horario del día siguiente y por una equivocación pensamos que el autobús que llegaba a Dubrovnick necesitaba 11 horas. La desesperación nos llenó a un arrebato consumista para encontrar cualquier forma de salir de ese pueblo. Y las reflexiones que saqué de ese hecho aun me duelen.

Pedimos un taxi, y le pedimos bién que nos pusiera el taximetro, porque si que tenía. Se nos negó y nos sacó un cartelito que seguramente él mismo se había impreso diciendo cuales eran las tarifas para turistas. (hay que ver lo que convence la palabra escrita, eso y que hacía 40 grados). En dos teatros del Cenáculo un chico explicaba en italiano y polaco respectivamente sus experiencias y nos dijeron que si no llegaban más españoles nadie nos contaría nada. Por suerte escuchamos unos cuantos chillones, de los que me hacen sentir algo de verguenza y nos acoplamos a su grupo. Un católico bosnio de unos 20 años que había consumido crack desde bien pequeño nos explico sobre la historia de la institución y la suya en particular y como ya estaba a punto de cumplir 3 años y que durante ese tiempo había dejado por completo las drogas, me sorprendieron varias cosas, la primera, que nos hiciera rezar al principio y al final de su explicación, la segunda, que durante ese tiempo había conocido a una chica y que para invitarle a salir él debía escribirle una carta a la directora de la comunidad y esta le haría llegar a la chica y lo mismo en sentido inverso, de esta forma, la madre superiora debía autorizar si la relación era recomendada, la tercera, que al acabar su explicación y se abrió un turno de preguntas una argentina en lugar de preguntar explicó lo que le dió la gana y el chico se quedó pillado sin comprender cual era la pregunta. Y finalmente me gustó ver la cara de satisfacción del chico por la lucha realizada contra la droga y por la charla impartida, que por supuesto, se alejaba mucho de la improvisación.
Bandera de Croacia en Bosnia



Misa multitudinaria en Mejougore
Cuando volvimos a la iglesia se estaba realizando una misa multitudinaria en croata. Se veían algunas banderas de diferentes países y algo muy curioso, que por un euro te podias comprar una plancha de espuma de colores para poderte arrodillar sin hacerte deaño en las piernas. Fuimos andando por el viacrucis hasta al principio del camino del Crist Sabak, donde se dice que apareció la Virgen. Allí, un cristo que representaba la resurrección era frotado por decenas de pañuelos. Una mujer frotaba unos 50 pañuelos y los ponía uno a uno en una bolsa de plástico, decía algo ininteligible y con los ojos con lágrimas.

El día siguiente madrugamos para coger un autobús con una hora de antelación. Gracias a ese retraso descubrimos que la maquina de refrescos de la estación era la única en el mundo que regalaba los refrescos. Conseguimos 9 botellas de medio litro que nos cabían en ningún lado. El conductor, que se parecía a Van Gaal nos pidió que no despertaramos a los presentes. Luego en la frontera nos tiramos una horita algo larga. Y de nuevo las curvas por la costa dálmata hasta llegar a la siguiente frontera en Neum donde existe una estrecha extensión de tierra al lado del mar que pertenece a Bosnia. En este trayecto de unos 20 kilómetros se repetían muestras de victimismo croata, como homenajes a muertos en la guerra, y además, carteles oficiales diciendo que te encontrabas en la croacia.


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